- Editorial: ANAGRAMA
- Año de edición: 2017
- Materia: Narrativa contemporánea
- ISBN: 978-84-339-7981-0
- Páginas: 168
- Encuadernación: Rústica
- Colección: Panorama De Narrativas
- Idioma: Español
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Son cosas que pasan, título de la primera novela de la periodista francesa Pauline Dreyfus (1969) narra la vida de la bella y elegante Natalie de Lusignan, duquesa de Sorrente por matrimonio, durante los años 1940 a 1945. En ese periodo, la ocupación alemana de Francia, el Gobierno de Vichy y el curso de la Segunda Guerra Mundial significaron para ella, nacida en 1908, igual que para muchas otras mujeres pertenecientes a la alta sociedad, un notable impedimento para continuar sus actividades mundanas y su lujoso tren de vida.
La acción se divide en dos partes, la primera ambientada en Cannes, entre 1940 y 1943, y la segunda en París, durante los dos años siguientes. En los momentos iniciales de la guerra, la protagonista mantiene en la Costa Azul sus habituales costumbres aunque la situación le supone ciertas complicaciones domésticas, como tener que despedir a la nanny inglesa de su hija. Sin embargo las relaciones sociales, financiadas con los dólares americanos de su familia materna, permanecen intactas e incluso vuelve a quedarse embarazada, aunque no de su marido. La muerte de su madre provoca un cambio radical en esta situación de tranquilidad e indiferencia por las tragedias ajenas en tanto que es el momento en que sus dos hermanas mayores le revelan que su padre no fue el príncipe de Lusignan sino un acaudalado y distinguido hombre de negocios judío. Su pertenencia por línea paterna al pueblo de Israel que los nazis persiguen y exterminan, le obliga a plantearse algunos dilemas morales que nunca se hubiera podido imaginar que le afectaran personalmente. La segunda parte se inicia en el momento en que los Sorrente deben regresar a París al serles incautada por exigencias de la guerra su casa de verano. Natalie, que después de dar a luz a un niño, se ha hecho adicta a la morfina, encuentra una ciudad muy diferente a la que dejó, triste y deprimida y recurre cada vez más a la droga para sobrellevar la decadencia imparable del que siempre había sido su mundo. La autora refleja con realismo agudo y ácido, aunque elegante en la forma, un aspecto interesante de la intrahistoria de su país en la época a la que se refiere. Su retrato de la alta sociedad está enmarcado por la frase que da título a la obra, cuyo significado implica una actitud tolerante y permisiva de conductas inaceptables, siempre y cuando sean susceptibles de permanecer ocultas. En cambio hay cosas que no deben hacerse como defender a los judíos, en momentos en que resulta inoportuna tal actitud. La excelente medida del ritmo narrativo, la precisa definición de los personajes y la calidad del estilo, sobriamente expresivo en su amarga ironía, justifican que la versión original de esta novela haya que dado finalista en varios premios franceses importantes y por su crítica del antisemitismo, haya recibido el Premio Fundación de la Memoria Alberto Cohen.
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