UN JARDÍN EN BRUJAS

Relato autobiográfico donde Charles Bertin (1919-2002), uno de los más prestigiosos escritores belgas del siglo XX, evoca las vacaciones de verano de su infancia, transcurridas en Brujas, en casa de su abuela. Hijo único, en 1925 sus padres decidieron enviarlo con ella para que la acompañase en su reciente viudedad. Desde ese año hasta 1932, pasaron juntos los meses veraniegos en una mutua complicidad que mucho tiempo después, en 1996, queda plasmada en estas páginas como prueba del recuerdo inolvidable que de ellas conserva el autor.
Un jardín de Brujas pone de manifiesto la intensa significación que tuvo para su nieto una mujer sencilla, sin gran cultura, pero de una gran humanidad, y aventurera de espíritu sin moverse de su casa. Todo lo que en ella se narra son detalles cotidianos, de escasa relevancia objetiva pero que cobran especial significación por la tierna e intensa afectividad que transmiten y la singular belleza de la prosa con que están expresados. Charles Bertin escribe en tono intimista pero con la espontaneidad propia de quien al recordar se transforma en el niño que fue. Desde esa perspectiva perfila la figura de su abuela como una mujer madura que, sin embargo, conserva la capacidad de imaginar y soñar propia de la infancia. La gran plasticidad de las descripciones ambientales y la variedad de las aventuras que corren juntos, ya sea una excursión a la cercana playa de Ostende, la lectura en común de una novela de Julio Verne o un picnic en su propio jardín, imprimen al relato un estimulante atractivo elaborado sin más recursos que la riqueza de sentimientos y la exquisita sobriedad del estilo. Para el lector actual rememorar un tiempo pasado, ya lejano, a través de estas páginas constituye una experiencia vital y estética memorable por lo intemporal del contenido y la perdurable calidad de la forma.

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