UN MILLÓN DE MUERTOS

Segunda parte de una trilogía sobre la guerra civil española que comenzó con "Los cipreses creen en Dios" y abarca los años 1936 a 1939. El relato se basa en la verdad histórica pero se desarrolla como ficción literaria, de modo que lo verosímil de los detalles queda absorbido e incorporado en lo narrativo. El autor intenta así hacer una biografía de la contienda, reemplazando la importancia y potencia de los personajes singulares por la presencia de un único e impresionante protagonista: la guerra, o, si se quiere, la propia España. La familia Alvear es el cauce empleado para humanizar e individualizar el drama, a la vez que el coro que acompaña a toda la epopeya, poniendo en boca de estos personajes distintas y enfrentadas opiniones que, poco a poco, irán dibujando el perfil psicológico y más hondo de la guerra. Se advierte en el autor una preocupación por ser objetivo que a veces le lleva hasta la ingenuidad. Por otro lado, novelísticamente parecen mejor trazados los tipos y situaciones "rojos", mostrados de cerca, en su expresión más concreta, pintoresca y humana, mientras que el lado "nacional" resulta lejano, analizado en demasiada perspectiva y retratado en su carácter militar más que en su rostro íntimo. El hilo narrativo tiene altibajos: en unas ocasiones pleno de fuerza épica y honda poesía, y en otras desmañado y frágil.Ideológicamente, el libro también presenta desigualdades, fundidas en la obsesión de Gironella por ser imparcial. Por ello, no deja en el lector una opinión personal y consecuente sobre la guerra, sino la única moraleja del dolor y del pánico. El autor condena la lucha, pero no se compromete por nada positivo ni espiritual.

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