UN MISTERIO EN TOLEDO

Episodio de las serie protagonizada por el comandante Thomas Pitt, jefe del servicio especial de seguridad nacional de Londres que gracias a la ayuda de su mujer, Charlotte, había obtenido notables éxitos en las diversas misiones encomendadas. Anne Perry, pseudónimo de Juliet Marion Hulme (Londres, 1938) hubo de rehacer su vida a través de la literatura después de cumplir condena por el asesinato de la madre de su amiga Pauline, que cometieron ambas jóvenes a los 16 años.
La acción transcurre a finales del siglo XIX, cuando la aristócrata británica Sofía Delacruz, casada con un español residente en Toledo, regresa a Inglaterra para predicar las doctrinas de una secta fundada por ella misma con fines de renovación espiritual. Se propone, además, entrevistar a su pariente, sir Barton Hall, banquero y encargado de negocios al servicio de la Corona y de la Iglesia Anglicana, para reanudar las relaciones interrumpidas con motivo de su viaje a España.
En plena campaña de proselitismo, Sofía desaparece sin dejar rastro por lo cual Thomas Pitt, encargado de su custodia, dirige las operaciones de búsqueda junto a los agentes de su departamento. Ante el temor de que haya sido asesinada, la policía se desplaza a Toledo con la esperanza de que su marido, el señor Delacruz, aporte nuevos elementos que permitan descubrir el paradero de la mujer. La novela, centrada en principio en una trama policiaca se convierte en relato sentimental de trasfondo religioso en el que Thomas Pitt y su esposa discuten ampliamente sobre la vida y la muerte, el verdadero mensaje cristiano y el destino de las personas creyentes en un mundo sobrenatural. Tanto la realidad española de la época, durante la crisis del 98, como el ambiente de Toledo y la figura del Sr. Delacruz, están tratadas de una forma tremendista que evoca los melodramas de los escritores del siglo XIX europeo que ambientaron sus novelas en la España caballeresca movida por los sentimientos del honor y la eterna venganza de los agravios. En justa correspondencia, tampoco el respeto a la justicia ni la tradicional flema británica, resultan favorecidos en el sangriento final en los muelles de Londres que contemplan la victoria de los defensores del bien contra los malvados aristócratas de doble moral y ambiciones perversas. El modo confuso de exponer las doctrinas religiosas de la protagonista y las dudas que siembra en torno a la naturaleza de Dios y el destino del ser humano, responde a las ideas de la propia autora, que militó en la secta llamada Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días.

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