UNA CASA LLENA DE GENTE

Mariana Sández esgrime una voz propia, madura, al contar Una casa llena de gente. Es una novela formalmente interesante: está compuesta de fragmentos de unos diarios, de conversaciones, casi como una obra de teatro, y de recuerdo. El argumento no es gran cosa: la vida de una comunidad de vecinos. Pero, ay, cuántas cosas pueden decirse en el hueco de una escalera, o adivinarse por el patio de luces y a través de las paredes.
Sostiene la narración la necesidad que la protagonista -dramaturga para más inri- tiene de comprender quién fue su madre y por qué hizo las cosas que hizo, un raro privilegio que se le concede gracias a unas libretas que su progenitora guardó para ella. Los personajes están construidos con una sutil y exquisita contundencia, infrecuente en las novedades editoriales. La muerte terrible de una vecina actúa como catalizador. Si no fuera por esa tragedia, ¿para qué molestarse en contar la vida de un bloque de pisos?

TROA