UNA HISTORIA DE NUEVA YORK

Una historia de Nueva York narra como un anciano caballero llamado Diedrich Knickerbocker, desaparece del hotel de Nueva York donde llevaba tiempo hospedado, sin abonar su factura y con ciertas señales de desequilibrio psíquico. Fracasados los intentos de localizarlo, el dueño del establecimiento decide cobrarse la deuda con la publicación de un manuscrito que encuentra entre los escasos objetos abandonados por el huésped en su habitación.
Con este clásico recurso narrativo de atribuir una obra propia a un autor imaginario, que en principio fue considerado un personaje real, el novelista norteamericano Washington Irving (1783-1859) narra una historia de su ciudad natal que se inicia en el periodo en que se llamó Nueva Amsterdam y fue territorio de Holanda desde 1614 hasta 1664. En ese año, Pieter Stuyvesant, último director general holandés de la colonia, se rindió al asedio de las tropas inglesas, la ciudad pasó a depender de la corona británica y cambió de nombre en honor del duque de York. La obra, publicada en 1809, ofrece una crónica muy extensa y detallada del periodo al que se refiere, escrita con un estilo que imita, con propósito de parodiarlo, el empleado por los eruditos del siglo XVIII. La abundancia de datos históricos que reúne y el brillante fondo de humor que caracteriza su estilo, proporcionaron al autor en el momento de su publicación un gran éxito de público al poner de manifiesto circunstancias, personas y hechos desconocidos para una gran mayoría del público. Divertida e instructiva, con el transcurso de los siglos, su interés pasa a ser el de un título clásico, idóneo para lectores cultos. Quien quiera disfrutar de ella, debe ser capaz de superar la dificultad que supone un estilo denso y acumulativo, sembrado de reflexiones, sin duda pertinentes, que alargan las frases y le restan agilidad al conjunto de la obra.

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