UNA NOCHE DE INVIERNO

Laura Kasischke (Michigan, 1961) sitúa la acción de esta novela a lo largo de un día 25 de diciembre de principios del siglo XXI. La protagonista y su marido se despiertan más tarde de lo habitual y descubren que su hija de quince años, adoptada en Rusia cuando tenía dos, se ha levantado ya y los espera con cierta impaciencia para recoger los regalos depositados bajo el árbol navideño. Sin embargo, no hay tiempo para este ritual porque el padre debe marcharse a toda prisa a recoger a los abuelos al aeropuerto. Debido a la muy intensa nevada caída durante la noche, al mal estado de las carretas y a otras complicaciones imprevistas su regreso se retrasa durante muchas horas. También debido a las dificultades que plantea el tráfico de vehículos, el resto de los invitados a la comida de celebración de la Navidad, familiares y amigos, llaman para comunicar que no pueden salir de casa. En esta situación, a lo largo de toda la jornada, madre e hija se enfrentan en soledad a su difícil relación y a los motivos a los que responde.
La obra enmarca una trama basada en el análisis psicológico de los dos personajes centrales, una mujer de mediana edad y una adolescente inmersa en la crisis propia de sus años, en un fondo de intriga relacionado con hechos ocurridos en el hospicio de Siberia donde la chica permaneció desde el nacimiento hasta su adopción. El aislamiento provocado por la nieve facilita a la autora crear un clima narrativo claustrofóbico y asfixiante, cuya intensidad aumenta de forma progresiva. La incomunicación imposible de romper permite a la madre, mientras la hija permanece encerrada en su habitación, repasar la historia de su maternidad y el desarrollo de su afecto hacia una criatura a la que quiso desde el primer momento como si hubiera nacido de ella. Con angustia percibe que hay algo que las separa, pero no tiene ninguna posibilidad de saber el motivo. A medida que pasa el tiempo, cada vez está más desconcertada e incluso desorientada en sus esfuerzos por entender la actitud hostil de la que antes fue una niña cariñosa. La autora consigue implicar al lector en esta situación y transmitir con eficacia la sobrecarga emocional que encierra. La acción refleja con realismo los problemas que pueden derivarse de la adopción, sumados a los que en cualquier familia plantea la relación materno filial, cuando la afectividad está dañada por algún problema de bloqueo. Bien escrita, la novela defrauda sin embargo por su desenlace que, sin aportar ninguna solución positiva, llega a un final efectista, poco convincente.

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