VIAJE DE INVIERNO

El confinamiento ha sido un tiempo propicio para la creación poética. También para Miguel d’Ors que, en Viaje de invierno, destila versos en que hace cierto balance de su vida: infancia, juventud, vejez. Su mirada es melancólica, nostálgica, deudora de la universal conciencia del paso del tiempo, pero con serenidad cristiana.
Aparece la tradicional ironía de d’Ors, su habitual percepción de que ha sido un poeta un tanto marginado y que no ha logrado los laureles del éxito. Es frecuente la evocación de su tierra natal gallega, en la que vive ahora, y de la naturaleza montañosa en que ha pasado muchas horas de su vida.
Sus poemas son transparentes, demasiado, quizá, pues se puede echar de menos cierta transfiguración poética frente al coloquialismo, prosaísmo incluso. Emplea diversas formas métricas con la pericia de quien ha sido toda su vida profesor de literatura.
Poemario de lectura agradable, muy apto para personas sensibles. Ayuda a valorar y agradecer las pequeñas cosas que componen nuestra existencia.

Antonio Barnés