VICTORIA

Victoria, la última obra de Rafael Marín, cuenta la primera vuelta al mundo. Es una mezcla de novela de aventuras, también documental, y no falta el elemento novelesco. Es una narración en tercera persona hecha por Antonio de Pigafetta que consigue que Magallanes le admita en la expedición para narrar los acontecimientos. Tomando, eso sí, el nombre español de Antonio Lombardo, ya que es el Emperador Carlos quien financia la operación y en cuyo nombre se realiza. Escrita con la técnica del flashback, comienza con el desembarco de los pocos marineros que sobreviven a la hazaña.
Con habilidad, cada párrafo de capítulo comienza con una frase antológica que sintetiza la experiencia o explica lo que va a pasar a continuación. La novela está construida con capítulos breves que hacen la lectura casi adictiva. El motivo del viaje es encontrar la tierra de las especias, y este objetivo les lleva a dar la vuelta al mundo. Y en el fondo de todo está el temor, la emoción, la aventura de encontrar lo desconocido.
La narración de las aventuras se completa con una hábil descripción de los caracteres, habilidades, defectos y debilidades de cada uno de los personajes que nombra y de la marinería en general. Fieles algunos, egoístas otros. Y el sometimiento de todos a las leyes vigentes en el mundo del mar. La capacidad de sufrimiento, la resistencia a las adversidades… y, a la vez, acciones despreciables que ponen en peligro a muchos compañeros. Solo un barco vuelve de los cinco que salieron de Sanlúcar.
Describe lugares muy bellos, inexplorados hasta entonces, y también el encuentro con personajes amenazantes, que a veces adquieren una apariencia amistosa. Dolor, muerte. Una auténtica epopeya.
El autor gaditano ha publicado ya libros de diversos géneros. En este brinda homenaje a la primera vuelta al mundo. Y lo hace muy bien.

Carmen Trigo