- Editorial: TAURUS
- Año de edición: 2018
- Materia: Ética
- ISBN: 978-84-306-1962-7
- Páginas: 456
- Encuadernación: Rústica
- Colección: Historia
- Idioma: Español
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Max Tegmark (1967) es un físico cosmólogo sueco-estadounidense, profesor en el MIT y director científico del Foundational Questions Institute. También es cofundador del Future of Life Institute (FLI), organización defensora del movimiento de altruismo efectivo: una filosofía y movimiento social que usa evidencia y razonamiento para determinar las formas más eficientes de beneficiar a los demás. El autor, a través de la FLI, ha recibido multitud de donaciones para investigar el riesgo existencial de la inteligencia artificial avanzada, entre ellas las de Elon Musk (fundador y CEO de SpaceX, compañía aeroespacial, y cofundador de Tesla).
En Vida 3.0, Tegmark se plantea qué significado tiene el ser humano en la era de una inteligencia artificial avanzada. Para su exposición utiliza elementos tanto especulativos como datos reales procedentes de la física moderna en una mezcla organizada y muy bien estructurada, que pendula entre la ciencia ficción y el ensayo riguroso. El mismo autor, consciente del rechazo o temor que pueden producir sus afirmaciones en sus lectores, separa e identifica en diversos capítulos el grado de abstracción y especulación, de modo que el lector pueda realizar una lectura más cercana a su interés.
El cosmólogo describe el paso de la vida 1.0 (vida biológica) a través la vida 2.0 (vida cultural) para llegar a la vida 3.0, objeto del libro, aterrizando en una tecnología emergente como la inteligencia artificial general, que algún día, además de poder aprender podrá rediseñar su propio hardware y estructura interna. Por tanto, llegará el día según el autor en que la inteligencia artificial se desarrolle tanto a sí misma, que podría superar a la propia inteligencia humana: se producirá un punto de inflexión de humanos mejoran sus máquinas a máquinas que mejorarán a otras máquinas o a sí mismas a mayor ritmo. Esto no es muy traumático, en la actualidad ya fabricamos máquinas que mejoran y superan ciertas capacidades humanas, pero sí sería problemático que esas máquinas tuvieran sus propios objetivos desalineados con los de los humanos que las crearon.
La tesis de Tegmark afirma que deberíamos ocuparnos no solo de la técnica, sino de estudiar cómo construir una inteligencia artificial que respete los objetivos humanos, asegurando en lo posible que no se rebele contra la propia humanidad, aunque dispongan desarrollo suficiente para proponerse objetivos propios. El autor describe múltiples escenarios de futuro en los que va estudiando cómo podemos imaginar el futuro en cada uno de esos escenarios, con sus problemas y con sus ventajas. El autor se muestra optimista, aunque hace consciente al lector de los riesgos de catástrofe o de extinción humana si no se atienden unos criterios éticos o no se estudia cómo compaginar el trabajo de máquinas y humanos. No se trata tanto de imaginar cómo será el futuro sino de cómo queremos que sea. Los humanos no solemos atender a estos riesgos porque el cine y la literatura nos han acostumbrado a una visión robótica antropomorfa, pero no tiene por qué ser así necesariamente: sentir, pensar o proponerse un objetivo no tiene por qué tener el mismo significado para un humano que para una inteligencia artificial, pero eso no quiere decir que esos ingenios no sean inteligentes.
La descripción del universo que hace el autor se inicia con una acumulación de partículas que se van reagrupando adquiriendo orden y propósito. El autor se plantea problemas éticos, que no resuelve, y reflexiona sobre lo que puede significar el libre albedrío y la consciencia. Incluso mantiene una teleología como superación de la ciencia en donde el conocimiento por las causas pasa a centrarse en un conocimiento por propósitos, evolución de la propia materia organizada, pero no hay ninguna referencia a la trascendencia. Incluso los valores éticos se gestionarían por consenso.
El libro ha sido líder en ventas en 2017. Invita a la reflexión profunda y puede ser un semillero de posibles guiones cinematográficos o de novelas de ciencia ficción, aunque el texto en sí es bastante serio y el autor conduce al lector con suavidad y sin sorpresas. No obstante, no es un texto para el lector ocasional, al menos no todos los capítulos. Disfrutarán de él, sin embargo, los lectores motivados por la evolución tecnológica o sensibles a las posibilidades de futuro de la humanidad.
Alfredo Abad
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