Y SEIOBO DESCENDIÓ A LA TIERRA

El escritor húngaro Laszlo Krasznahorkai (n.1954) realiza en esta obra, titulada Y Seiobo descendió a la tierra, una fusión de narrativa y ensayo para reflexionar sobre el arte tal como se manifiesta en distintas épocas, géneros y países. Cada capítulo finge ser una etapa del viaje que una deidad japonesa realiza a la Tierra para observar el esfuerzo de los seres humanos para alcanzar la belleza perfecta. L. Krasznahorkai ha obtenido en 2015 el premio Man Booker International a su trayectoria creativa y en 2004 el gobierno de su país otorgó el Premio Kossuth al conjunto de su producción escrita
El autor se ciñe al ámbito europeo y a Japón como principales destinos de las visitas del viajero celeste, con alguna salvedad dedicada a China y a los reinos de Oriente Medio de la Antigüedad. A su llegada a Venecia queda fascinado, no sólo por su arquitectura única y su trazado urbanístico sino sobre todo por la riqueza de grandes obras pictóricas expuestas en sus museos. Barcelona, Granada o París también son objeto de su atención al contemplar sus edificios, el ambiente de sus calles y, en el caso de la capital francesa, su interés se centra en el Museo del Louvre y en especial en la Venus de Milo que allí se conserva. Las partes dedicadas a Japón se localizan sobre todo en la ciudad de Kioto y son igualmente complejas en su enfoque esteticista del país al que aluden pero resultan menos asimilables para el público occidental. La obra ofrece un intenso peregrinaje por el mundo de lo bello, narrado con un estilo que sorprende por su densidad. Las frases se alargan a veces más allá de una página y su sentido se hace difícil de captar bajo un aluvión de nombres, datos y fechas. Incluso en los capítulos donde el estilo se vuelve más sencillo, con palabras de uso coloquial y construcción gramatical menos elaborada, el lector debe poner máxima atención en cada término, además de contar con el nivel cultural necesario para asimilar las reflexiones que el autor expresa.

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