YA NADIE LLORA POR MI

El novelista nicaragüense Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, 1942) galardonado con numerosos premios literarios, entre los que destacan el Alfaguara 1998, Carlos Fuentes 2014 y el Cervantes 2017, narra en Ya nadie llora por mí el segundo episodio protagonizado por el inspector Dolores Morales que, expulsado de la Policía Nacional, dirige ahora un modesto despacho dedicado a investigar infidelidades matrimoniales.
De forma inesperada recibe la llamada del acaudalado empresario Miguel Soto, quien le encarga la búsqueda de su hijastra Marcela, desaparecida después de asistir una sesión de cine acompañada de sus amigas. La posibilidad de un secuestro queda descartada, al no haberse recibido, pasados ya unos días, ninguna solicitud de rescate. El magnate Soto, asesor económico del actual gobierno y amigo personal de varios ministros, le entrega un abultado sobre con las instrucciones precisas, acompañado de una fuerte suma como anticipo, que sería incrementada al cumplirse el objetivo final. Las pesquisas del ex inspector Morales le llevan descubrir un sórdido entramado de corrupción económica y política en cuyo centro aparece como figura central el propio Miguel Soto, temeroso de que la fugitiva Marcela revelara los intentos de abuso que había sufrido de su padrastro. El detective logra reunir las pruebas que servirían para demostrar los propósitos deshonestos de Soto, quien, debidamente advertido por sus secuaces, moviliza las influencias dentro del gobierno y consigue que la policía del régimen dicte orden de perseguir al que ya es considerado como peligroso enemigo. El escurridizo Morales, que fue combatiente en las filas de la Guerrilla Sandinista, sufre el acoso de sus antiguos camaradas, hoy en el poder, gracias al apoyo de la nueva clase capitalista como es el caso del empresario Soto. El ex inspector, que se refugia en los bajos fondos de Managua, recibe el apoyo de viejos camaradas de trinchera hoy en la miseria, que le prestan ayuda en su intento de esclarecer los hechos, denunciar la conducta del millonario corrupto y permitir que Marcela pueda rehacer su vida fuera de la garras de su padrastro. El relato se desarrolla en las sórdidas callejas de la capital, donde pobres y vagabundos malviven al amparo de centros de asistencia que les proporcionan alimentos y se limitan a cubrir necesidades básicas. En el fondo, la obra pone de relieve cómo los ideales revolucionarios por los que había luchado el propio Sergio Ramírez en su juventud, llegando a ejercer de vicepresidente del gobierno con Daniel Ortega entre 1985 y 1990, han sido traicionados al servicio de las nuevas oligarquías capitalistas. Al reproducir en los diálogos y descripciones ambientales el léxico popular y castizo del español utilizado en Nicaragua, el autor muestra un notable conocimiento de los giros y recursos del idioma aunque en numerosas ocasiones los términos empleados resultan extraños o incomprensibles en nuestro país. El lenguaje descarnado y lleno de expresiones de mal gusto puestas en boca de personajes que recuerdan las figuras del esperpento de nuestro Valle Inclán, pueden afectar la sensibilidad del lector.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa