YO VEO EN LA OSCURIDAD

Esta novela de la escritora noruega Karin Fossum (Sandefjord, 1954) transcurre en el limitado entorno de una pequeña localidad, alejado de la vida agitada de las grandes ciudades. La trama policiaca ocupa, como en los títulos anteriores de la autora, un lugar secundario en el desarrollo de la acción aunque marca la actitud de los protagonistas y altera de forma sustancial el destino final de sus vidas. En esta ocasión el personaje central, Riktor, hombre solitario y atormentado, enfermero en un una residencia de asistidos, cuenta en primera persona los avatares de una existencia gris carente de futuro, sin familia ni amigos. Incapaz de fundar un hogar, aunque le gustaría hacerlo, en sus horas de ocio se distrae al contemplar las actitudes de los visitantes del parque del barrio, cuyas vidas y sentimientos reconstruye de acuerdo con su imaginación y al margen de la realidad. Con uno de ellos, el anciano alcohólico Arnfinn, establece una cierta relación al proporcionarle dinero para la bebida que necesita para reponer energías. Durante uno de esos encuentros, la conducta irregular del borracho desata las iras de Riktor, que le golpea con fuerza hasta causarle la muerte. Cuando recupera la calma entierra el cadáver en un prado cercano a su casa y elimina cualquier rastro que pudiera servir como prueba inculpatoria ante la justicia. Apenas sale de su asombro al resultar acusado unos días más tarde, no por el homicidio del anciano sino por el asesinato de una anciana de la residencia a la que en efecto, maltrataba, pero de cuya muerte es inocente. Karin Fossum expone con su habitual calidad narrativa y aguda sensibilidad las complejas reacciones psicológicas de Riktor mientras espera juicio en prisión preventiva sobre el absurdo de haber sido imputado por un grave delito que no ha cometido, aunque en su interior se reconoce culpable del otro, por el que nadie parece mostrar mayor interés. Sin embargo y de forma inesperada, después de su ingreso en prisión, establece con sus guardianes, el abogado defensor y la policía encargada del caso, unas relaciones cordiales de las que no había disfrutado durante su anterior vida en libertad. Debido a su buena conducta, le ofrecen el puesto de pinche auxiliar de la cocinera del presidio, empleo que desempeña la perfección y acaba por enamorarse de su maestra, una mujer eficiente con la que parece dispuesto a crear una familia. Celebrado el juicio, se le condena a unos meses de cárcel por maltratar a los pacientes y queda absuelto por falta de pruebas del asesinato de la anciana residente. Sin embargo, una vez recuperada la libertad, las secuelas de su verdadero crimen le persiguen de forma implacable. A través de una amplia galería de personajes, enfermeros y médicos, funcionarios de prisiones, policías, abogados y jueces, la autora presenta las distintas alternativas vitales y caracteres propios del ser humano. A los rasgos de crueldad, ambiciones y odios de unos se oponen la honradez, espíritu generoso y de entrega al servicio de los más desvalidos de otros. Se percibe una cierta dosis de amargura al exponer cómo el dolor, la enfermedad y la muerte consideradas realidades incomprensibles, impiden al hombre alcanzar la felicidad en este mundo.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa