ZORBA EL GRIEGO

Historia de la amistad entre dos griegos, un macedonio sexagenario, primitivo y vitalista y un cretense más joven, culto y refinado, asaltado por profundas inquietudes intelectuales.
El autor ha logrado con Zorba una figura de fuerza psicológica, dibujada con rasgos firmes que destacan nítidos al contrastar con los de su amigo y antagonista. Entre ambos como fondo de insólita amistad, llena de matices expresivos, surge lleno de vida, el paisaje y el alma griegos, encarnados en los sencillos cretenses que ocupan los lugares secundarios de la narración. Zorba es la encarnación natural y espontánea de esta tierra, mezcla de tantas culturas nacidas y extinguidas a lo largo de los siglos. Su amigo es el resultado de cultivar y depurar este mismo espíritu. Ambos se completan en un engranaje perfectamente ajustado que pone de manifiesto la capacidad novelística del autor y su potencia expresiva al logar una plena adecuación entre la riqueza del argumento y la forma estilística utilizada para manifestarla. El constante oscilar entre rasgos costumbristas, captados con sutileza e ironía y conversaciones en las que entra en juego un penetrante discurrir intelectual hacen que la obra, rica en variedad y en profundidad, se lea con un interés que se ve siempre recompensado.
Zorba cree en la vida, en lo que se puede gozar de ella en el presente sin pensar en el pasado ni en lo que está por llegar. Su existencia vagabunda le ha dado gran experiencia pero no ha remediado su ignorancia de las verdades fundamentales de forma que asedia a su amigo con preguntas en las que se trasluce duda, o falta de conocimientos básicos sobre el sentido del ser último del hombre. Su amigo, en cambio, ha leído mucho y por el camino inverso, llega igualmente a dudar y a ignorar, al no saber discernir lo verdadero de lo erróneo en las muchas ideas mezcladas en su mente. Ante esta situación, ambos actúan con arreglo a una ética natural que en el caso de Zorba es excepcionalmente tolerante sobre todo en los aspectos sexuales. En cuanto al tema religioso, ambos son muy escépticos respecto a las prácticas de fe, aun siendo, en última instancia, deístas. El autor pone en evidencia al monacato griego heterodoxo, haciendo objeto de una dura crítica y de paso, se permite algunas expresiones irreverentes hacia Dios y la Virgen.

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