ZORRO

Dubravka Ugresic, nació en 1949 en la antigua Yugoslavia, en un pequeño pueblo cerca de Zagreb, ciudad donde se graduó en Literatura Comparada y Literatura Rusa y donde trabajó hasta que estalló la guerra de los Balcanes en 1991, conflicto frente al que se posicionó en contra, criticando los nacionalismos tanto croata como serbio, lo que provocó que en 1993 se exiliara y comenzara un periplo por América y diferentes países europeos hasta su residencia actual en Ámsterdam, circunstancia que marcaría la temática de sus escritos.
Zorro es su última metaficción historiográfica en la que muestra un profundo conocimiento de lo que narra con ingenio y sin evitar la crítica cultural a través de la figura del zorro como ser embaucador y tótem del escritor que busca sobrevivir, igual que cualquier otro, siendo así que el zorro viene a ser el tótem de todo ser humano.
Ugresic adopta la voz del narrador compartiendo con él su biografía, empleando lo histórico y la ficción. En ocasiones toma formas propias del ensayo intentando encontrar respuesta al hecho literario o a la creación de un cuento.
Dividida en seis partes, la historia ofrece digresiones, irrupciones y notas a pie de página. Confluye lo real y lo imaginario y emplea rasgos biográficos de los escritores Brodsky, Bulgakov, Nabokov, Doivber Levin, un autor ficticio, una película de Hollywood o una canción folclórica búlgara, todo para expresar sus temas más recurrentes: la situación del migrante, la mercantilización cultural, la maldición del nacionalismo y el blanqueamiento de la historia.
Ugresic emplea la metáfora del zorro en su anhelo por el hogar. En el laberinto de su corazón, donde la sexualidad toma su parte de notoriedad, reclama una herencia en Croacia a la vez que procura alejarse. El deseo de hogar y estabilidad se enfrenta a la realidad de un amor pasajero y poco estable llevándola a considerar el mundo como un campo minado siendo ése el único hogar posible donde las personas se instalan en una lucha implacable y desesperada.
La novela, no lineal, donde la autora no deja de hacer una búsqueda de sí misma a través de otros y en distintos lugares, mantiene un sentido de pérdida que le incapacita para conseguir la felicidad plena y dar sentido de trascendencia a su vida. Muy bien escrita, Zorro será del interés de un público literariamente exigente.

Encarnita Herraiz