(Londres, Inglaterra, 1757 - 1827)
Pintor, grabador, poeta y una de las figuras más singulares y dotadas del arte y la literatura inglesa. Fue para algunos un místico iluminado y para otros un pobre loco que sobrevivió gracias a los pocos amigos que, como Thomas Butts, creían en su arte y le compraban algunos grabados. Su padre era calcetero, y parece haber pertenecido a una secta de seguidores de Swedenborg. En 1771 comenzó a trabajar como aprendiz con el grabador James Bazire, y en 1780 conoció al rígido y frío escultor neoclásico John Flaxman, quien le introdujo en la tertulia de Mrs. Mathew, donde fueron apreciadas sus cualidades como poeta. En 1782 se casó con Catherine Boucher, compañera que fue de gran ayuda para él, a quien enseñó a leer, a escribir y a realizar grabados. Estudió a los artistas griegos, a Rafael, a Durero y, sobre todo, a Miguel Ángel. En 1784 abrió un negocio de grabados que mantuvo hasta la muerte de su hermano Robert; luego trabajó para otros: primero con Thomas Butts, quien le ayudó generosamente y fue siempre amigo suyo, y, más tarde (1800), junto a William Hayly. De entre las obras literarias de sus últimos años destacan El matrimonio del cielo y el infierno (1793), y dos entregas escritas e ilustradas entre 1804 y 1820: Milton (1804-1818) y Jerusalén (1804-1820), en las que abiertamente rechaza toda forma de religión convencional y preanuncia ideas del simbolismo de fines del siglo XIX, como la atracción por el abismo y la caducidad de la moral burguesa. Blake modificó, además, la métrica y los ritmos ingleses clásicos, al incorporar a la poesía culta los procedimientos populares de las canciones, baladas y sonsonetes infantiles. Leyó con entusiasmo textos de literatura mística y ocultista, que le llevó a afianzar su desconfianza en el testimonio de los sentidos, ya que éstos suponen barreras que se interponen entre el alma y la verdadera sabiduría y el goce de la eternidad. Al negar el mundo sensible, no veía las cosas como aparecen, sino únicamente los tipos y las ideas eternas que consideraba más reales. Idea que queda patente en toda su producción. William Blake murió en 1827. Su vida se podría resumir en su declaración: «La imaginación no es un estado: es la existencia humana en sí misma».