AZUL TURQUESA SOBRE NEGRO AZABACHE

Es la segunda novela del autor. Se podría decir que, como tema de fondo, vuelve a tratar del amor y la felicidad. No parece estar en su intención la denuncia política. Esta vez con un argumento de gran fuerza: el drama de la inmigración reflejado en dos jóvenes cameruneses, Nayah y Akem, llegados en patera a España; y, secundariamente, el drama de la infelicidad de David, joven ejecutivo español, poseedor de todo menos de felicidad.
El autor se ha documentado respecto al problema humanitario de la inmigración: las rutas, las mafias, el peligro cierto de muerte en el camino, cruzar el Mediterráneo; junto a las dificultades e impedimentos de los inmigrantes cuando alcanzan España. La dura realidad de los sin papeles se les viene encima y su ilusión de haber alcanzado la tierra prometida se desvanece, sumado a las íntimas incertidumbres del amor de Akem no correspondido por Nayah. Les sostiene el amor de sus padres, las virtudes adquiridas en la familia y una rectitud de vida que contrasta con el egoísmo de David, un ser fragmentado y sin otro norte que sí mismo.
La sensación de aventura e intriga que domina al lector se debe a los capítulos cortos, de ritmo cinematográfico, y a que la novela avanza con saltos en el tiempo. Se abre y concluye con los tres protagonistas juntos. Y tres partes con capítulos donde se van alternando las vidas de Nayah y Akem en Camerún, su decisión de emigrar, las duras condiciones del viaje; y la soledad de David, su inmadurez a causa de la crisis familiar y la falta de afecto.
La novela, atenta a la aventura y al drama humano, deja que el lector vaya descubriendo el carácter de los protagonistas a partir de la acción. Destacar la creación de una variada gama de personajes secundarios como Raúl el policía jubilado, las compasivas María y Encarna; o la triste historia de Alima y su hijo Eric, el niño serpiente. Con breves y certeros trazos logra dotarlos de vida y ofrecer una imagen de verosimilitud y cercanía con la historia.

Francisco Andrés