CASA DIVIDIDA

La literatura de dietarios es un género muy personal que exige del autor tener algo que contar, tener vida propia, opinión sobre la actualidad, sentido de la historia y esa difícil capacidad de valorar lo cotidiano y aparentemente monótono. Este es el caso de Puig, capaz de transmitir una intimidad que se nos antoja verdadera en su diálogo con el lector.
Es el dietario del año 2022, que deja a sus espaldas la pandemia y sus secuelas. Lo que le interesa, además de los sucesos en sí, es su reflejo en las personas o cómo se insertan en la historia. Cada capítulo se corresponde con un mes y se van sucediendo contenidos variados, desde la política, visitas a amigos, escenas familiares, su felicidad tranquila al vivir en el campo, la plenitud ante la naturaleza, aceradas reflexiones o breves aforismos.
La política interior y la exterior ocupan su interés. Se muestra crítico con Pedro Sánchez y con el procés; con Feijóo, entrenado para gobernar sin choques. La aportación de Podemos y los comunistas en el gobierno: crear división y desconfianza. La guerra de Ucrania, la falta de unión de la Unión Europea y la política de bajo perfil de China, el complejo Putin o cómo Trump y Boris Johnson representan el peor populismo. Sus opiniones van en la línea del conservadurismo inteligente.
Realmente sugerentes, al hilo de acontecimientos actuales, sus reflexiones sobre la historia y la cultura. Propias del observador al margen de la confrontación y al que su experiencia le permite enjuiciar certeramente los hechos: la cultura de la cancelación, el movimiento woke o el pensamiento soft, por ejemplo.
Quizá los pasajes personales, por ser más íntimos, destaquen con su prosa lírica y sugerente. Ahí están sus encuentros con compañeros de juventud, recreados en breves y certeros trazos. O sus paseos agradecidos en una naturaleza concreta, siempre reparadora y bella. La exaltación de la vida retirada en Centelles, pueblo cercano a Vic, donde vive con su mujer en “la gracia providencial de una perduración de amor y afectos”. Muy de agradecer su serena y profunda fe, su sentido trascendente, que le permite mantener la esperanza en la vida.

Francisco Andrés