EL ÁGUILA Y EL LEÓN

Con el conocimiento del mundo romano que ya ha mostrado en otras publicaciones Adrian Goldsworthy, historiador inglés especializado en la historia militar del mundo clásico, afronta en El águila y el león la convivencia o coexistencia de los dos grandes imperios de la antigüedad: Roma y el imperio persa, dejando de lado China por su lejanía geográfica. Ambos imperios fueron limítrofes a medida que Roma expandía sus fronteras. El ensayo abarca desde el comienzo hasta el derrumbe de ambos imperios.
Lo que conocemos como el imperio persa es en realidad un mosaico de reinos y comunidades que se unen o se enfrentan entre sí a lo largo de la historia.
Desde el siglo I a. C., al formarse el primer triunvirato a la muerte de César que ya había estado en Egipto, Craso dedica sus esfuerzos a la parte oriental, con muy escasos y pobres resultados militares, y en este momento es dejado aparte el afán de Roma de extender su ley y su modo de entender el mundo a esa zona geográfica.
Ya constituido en principado de Augusto no se plantean victorias militares sino un cierto dominio, y el resto de gobernantes romanos se acerca a Oriente de diversas maneras, incluidos los Severo, con intentos de dominio por parte de Caracalla. El trato con los soberanos de esa parte a veces incluía la educación en Roma de los hijos de los principales, una de las maneras de tener rehenes en la antigüedad, o con otras formas de tratados. Nunca Roma eclipsó ese otro imperio con el que hubo de convivir.
La parte occidental del imperio romano cae, y más tarde la oriental. Ambos imperios sucumben por el empuje musulmán.
Se trata de un extenso y muy documentado ensayo histórico. Contado de forma divulgativa sin falta de rigor. A veces es difícil seguir la cantidad de personajes que aparecen en la parte del imperio oriental. Prácticamente cada capítulo va acompañado de un mapa de situación.
Es una lectura agradable para los interesados en la historia sobre todo, del mundo clásico y de la expansión de Roma que fue el imperio que configuró occidente, pero no pudo dominar oriente.

Carmen Trigo