EL DESERTOR

Siegfried Lenz (1926-2014) uno de los grandes clásicos de la literatura alemana de la segunda mitad del siglo XX, narra en El Desertor la experiencia de un alemán de treinta y cinco años, que carga sobre su conciencia el terrible peso de haber matado inadvertidamente a un miembro de su familia durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta seis años después no se atrevió a confesar lo ocurrido pero por fin, agobiado por el peso de la culpa, decide escribir una carta de quince páginas, dirigida a su hermana, para revelarle el motivo por el que su marido no regresó a casa al acabar dicha guerra.
La acción, ambientada en Masuria, región situada en la antigua Prusia Oriental, tierra natal del autor, rememora la vida del protagonista a lo largo de la última etapa de su permanencia en las filas de la Wehrmacht en la que había sido movilizado. La intervención de los partisanos y las ofensivas del ejército ruso provocaron que el ejército alemán huyera hacia el oeste dejando aisladas unidades de combatientes, entre ellas la sección de la que formaba parte el protagonista. De forma paulatina el grupo se vio reducido ante los asaltos de patrullas enemigas hasta quedar el protagonista como único superviviente por lo que se une a los partisanos, ante la imposibilidad de integrarse a los restos del ejército alemán. Lenz, que fue movilizado en la Marina de Guerra alemana, desertó en Copenhague y fue hecho prisionero por los norteamericanos, refleja en términos de duro realismo, la situación de su personaje central. En medio de un frente de combate que se desmorona y donde la muerte es lo habitual habla con el último de sus compañeros sobre el sinsentido de la guerra, el absurdo de la obligación de matar por matar, cuando ya está todo perdido y el daño moral que sufren tanto los vencedores como los vencidos al presenciar escenas como las que se ofrecen a la vista de quienes toman parte en cualquier batalla. El desertor, hombre de sólidas convicciones, se enamora de una joven partisana con la que quisiera compartir su vida y el hijo que ambos han engendrado, pero ni eso resulta posible dado el caos reinante donde nadie sabe a quién dispara ni por qué lo hace. Amargo alegato contra la guerra, la novela, dentro de su relativa brevedad, abunda en escenas de violencia descritas con crudeza. Su contenido transmite con un estilo fuertemente naturalista el desmoronamiento interior del desertor al ir perdiendo día a día, cualquier tipo de contacto afectivo y toda esperanza de salir del marasmo en que se halla. Al acabar la guerra, se encuentra en el bando de los vencedores, en territorio ocupado por comunistas pro soviéticos, pero se rebela contra un sistema tan dictatorial como el nacionalsocialismo de los alemanes. Por este motivo se ve obligado a escapar de nuevo, sin que parezca posible para él encontrar paz y consuelo. Muy bien escrita aunque triste y desesperanzada, la novela se lee con interés por su valor testimonial sobre unos hechos históricos todavía no muy lejanos que han dejado una honda huella de dolor y soledad.

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