EL DON DE ASHER LEV

El don de Asher Lev de Chaim Potok es la continuación de Mi nombre es Asher Lev. El joven artista se ha convertido en un afamado pintor que vive en el sur de Francia con su esposa y sus dos hijos. Con motivo del fallecimiento de su tío, Asher viaja al Brooklyn natal con los suyos. Allí, en la comunidad jasidí ladovita, es mirado como iconoclasta por haberse atrevido a pintar unas crucifixiones, algo mal visto por su religión; él vive el judaísmo y la Torá e intenta defender su postura en el entorno familiar y de amistades. Tras el funeral de su tío, Asher descubre la valiosa colección de pintura que este guardaba en secreto, colección que su tío le ha legado con gran enfado de sus primos. Los problemas siguen creciendo ya que el Rebe, máxima autoridad lodavita, muy envejecido, planeaba ceder su puesto al padre de Asher, pero la conducta del artista le preocupa y mantiene una conversación con él en la que le aconseja regresar a Francia y le pide algo muy especial -un don- ante lo que A. Lev debe tomar una difícil decisión.
La novela prosigue el conflicto iniciado en el libro anterior y constituye un esplendido retrato del judaísmo con sus tradiciones y costumbres, atmósfera en la que el autor sitúa al protagonista, a modo de contrapunto, un hombre fiel a su religión pero con ideas propias respecto al modo de expresar lo sagrado. El amor familiar, la libertad estética y la descripción del proceso artístico son temas nucleares del argumento bellamente plasmados. Potok se adentra en la introspección mostrando el mundo interior de Asher: dudas, reflexiones, complejidades e incluso cierta rebeldía ante Dios junto con los amargos recuerdos de su esposa de su dura infancia y la muerte de sus padres en el Holocausto. Chaim P. conduce con prosa rica y cálida la alternancia entre secuencias alegres y tensión dramática y el resultado es una historia interesante, muy bien contada, que engancha al lector.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa