EL VENDEDOR AMBULANTE

Este breve ensayo es un canto a la libertad, a la belleza y a lo esencial de la vida. De un modo lírico, aunque en prosa, recorre la búsqueda personal que le llevará a descubrir la verdad, la belleza y el bien. Más que alcanzarlos a base de brazos y de razón, nos adelanta que solo el despojamiento de sí mismo será el camino para llegar a amar: hay que liberarse de todo, especialmente del vano deseo de depender de sí mismo. Ese despojamiento interior va ligado a la soledad y al silencio, porque solo en la medida en que disminuya el mundo, lo exterior, habrá crecimiento.
Bobin vive en el asombro esencial y en la búsqueda de lo absoluto, al que llega por lo pequeño y lo bello, no por lo artificial o complejo: “Es por lo ínfimo, por lo que encontrarás lo infinito, por esa mirada, serena sobre la sombra azul pintada en una taza de porcelana”. Encontrar la luz exige despojarse de sí y advertirse como frágil, porque lo esencial, más que construcción y conocimiento, es descubrir: contemplar, dejarse llenar, en una palabra, acoger. La contemplación es una conquista interior en la que colaboran la lectura y la apertura a la naturaleza y que exige despojarse de todo, también de la racionalidad.
Para él, solo la poesía es el habla de lo esencial, a lo que no se puede llegar por la razón, sino por la experiencia de abandonarse a la contemplación de la realidad. Las palabras no son otra cosa que imágenes sobre el papel y la lectura, a la vez que un descubrimiento, es un antídoto contra el dolor de vivir. Al leer, el alma crece en lucidez.
El libro exige mucho al lector, porque le lleva a ahondar en sus sentimientos más íntimos gracias a las imágenes y los símbolos tan sugerentes, difíciles de captar en una primera lectura. Este desvelamiento de lo esencial en la vida no es un mero motivo literario, sino que apela directamente al lector.

Francisco Andrés