Un perro pequeño, de raza indefinida y aspecto de zorro, pierde de vista a su amo una fría noche de invierno en las calles de una ciudad. Helado y asutado, llora en el quicio de un portal mientras la nieve le va cubriendo, hasta que un desconocido se apiada de él y lo lleva a su casa. El protagonista está contento con su nuevo protector, que resulta ser un payaso de circo en cuyo número intervienen varios animales domesticados. Kashtanka (castaña en ruso) se incorpora a él con mucho éxio, y así se reencuentra con su antiguo dueño cuando éste asiste a la función y lo reconoce. La obra es una pieza tan breve y sencilla como tierna y bien escrita. Su estructura narrativa resulta adecuada para público infantil, pero encierra también indudable atractivo para público adulto por la suavidad del estilo y la configuración de los personajes. Dada la naturaleza del protagonista, se la puede considerar como una fábula sobre el amor y la fidelidad, pero también sobre la compasión y la amistad, que es lo que Kashtanka encuentra entre el payaso y sus "ayudantes", un pato, un cerdo y un ganso. El desenlace tiene una nota melancólica, típicamente chejoviana, ya que el autor procura evitar tanto los finales felices como los desgraciados.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa
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