LA CHICA DE KYUSHU

La acción narrada en La Chica de Kyushu, obra publicada originalmente en 1961 por Seicho Matsumoto, (1909-1992) considerado uno de los más destacados escritores japoneses del género de novela negra, se inicia con la visita que Kiriko Yanagida, una joven de la isla que figura en el título, realiza al bufete de un famoso abogado de Tokio. La mujer le ruega que asuma la defensa de su hermano, detenido por un crimen del que se declara inocente y por el que puede ser condenado a muerte. Dada su modesta situación económica, no dispone de medios para atender las elevadas minutas del prestigioso despacho, pero suplica que le hagan una rebaja para salvar la vida de su único familiar. El abogado, saturado de casos más rentables, desatiende sus ruegos y se niega a aceptar el caso. Dictada la sentencia de muerte, el condenado apela como último recurso la sentencia, pero fallece en la prisión a la espera del fallo definitivo y atrae la deshonra para el buen nombre de la familia. Kiriko Yanagida, dotada de un carácter fuerte y reflexivo, no tarda en reaparecer en Tokio, dispuesta a tomar cumplida venganza del abogado que se negó a prestarle ayuda en su desgracia
La trama desarrolla, con pausado detallismo, el encadenamiento de circunstancias que conducen a los dos personajes centrales a volver a encontrarse. Kiriko, la chica de Kyushu, se emplea de camarera de un bar de copas del centro de la capital y, por curiosas coincidencias, se ve implicada en el asesinato del hermano de la dueña de este local. A partir de ese momento entra en juego de nuevo la figura del prestigioso abogado que, esta vez sí, acepta la defensa de la acusada del crimen que, casualmente, es su amante. El autor va cerrando con habilidad los hilos de la intriga en torno a estos dos coprotagonistas, recurso con el que logra mantener tensa la trama e interesar vivamente al lector en su incierto desenlace. La pugna entre dos personalidades igualmente enérgicas pero claramente muy distantes entre sí en cuanto a posición social se refiere, queda descrita con un realismo tan intenso de fondo como sutil en su expresión formal. La ambientación, muy sobria, tiende a resaltar la pobreza de la chica de Kyushu y el tipo de vida que lleva en Tokyo, siempre a la espera de una ocasión propicia para llevar a cabo sus planes. El autor, sensible a las desigualdades sociales, carga sobre el abogado el peso de su egoísmo al no interesarse en la defensa de inocentes, actitud que culmina en un final implacable y justiciero que excluye toda posibilidad de perdón. Bien escrita, la obra plantea la sed de venganza como un derecho de las víctimas de injusticias dolorosas, a someter a los poderosos a las mismas humillaciones que ellas sufrieron antes, de acuerdo con una concepción de las relaciones humanas muy distinta de la cristiana.

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