LA GRAN FORTUNA

Ambientada en la Rumanía de la Segunda Guerra Mundial, La gran fortuna, de la escritora Olivia Manning (Gran Bretaña, 1908-1980), es la primera novela de una serie titulada La Trilogía Balcánica y la Trilogía de Levante. La autora enfoca la narración con cierto sentido autobiográfico y la sitúa desde 1939 hasta junio de 1940.
Sus protagonistas son un matrimonio británico, Guy y Harriet Pringle, que, tras su boda, viajan a Bucarest donde a él le espera un trabajo en la universidad. Después de unos días en un hotel se instalan en un apartamento y van conociendo a gente variopinta: compañeros de trabajo y alumnos de Guy, diplomáticos, unos banqueros judíos o un arruinado príncipe ruso con el que coincidieron en el viaje que acude a ellos como refugio.
Todos estos personajes interaccionan entre sí en relaciones profesionales o de amistad mientras los Pringle intentan consolidar su matrimonio. Ambos recorren y disfrutan de las calles de Bucarest y se reúnen con otros expatriados británicos; la pareja se quiere, pero Harriett desearía que Guy estuviera más pendiente de ella mientras él se vuelca en todo tipo de actividades de forma que los celos surgen a la mínima ocasión. Esta tensión sentimental es un punto central de la trama que reaparece en paralelo a los acontecimientos externos.
Todos ellos que veían la guerra como algo lejano son testigos de duros acontecimientos, como la llegada de los soldados polacos tras ser derrotados por Alemania y, diariamente, les llegan noticias trágicas del avance de los nazis. Manning describe con detalle y estilo visual la Bucarest de la época con sus bellos rincones, emblemáticos cafés y selectos restaurantes que contrastan con la mendicidad de muchos de sus habitantes.
Una ciudad atractiva y cosmopolita donde recalan numerosos extranjeros pero que va tornándose peligrosa. La gran fortuna se cierra de forma alegórica con la representación de una obra de Shakespeare. La autora logra una novela muy interesante tanto desde el punto de vista de los perfiles psicológicos de sus personajes, todos muy bien dibujados como con el atractivo retrato de la Rumania del momento que sitúa al lector como si estuviera allí. La novela cuenta con un ilustrativo epílogo de Rachel Cusk.

TROA