LA SENDA DE ARISTÓTELES

Aunque el título llame a engaño, no nos encontramos ante un libro de filosofía. Es más bien un ensayo que, con la ayuda de la filosofía aristotélica, muestra que el camino hacia la felicidad pasa por la virtud. Hall, que es una ensayista británica, ha leído mucho al de Estagira y hace bien en recuperar su rico legado. A veces su interpretación puede ser discutible, pero eso no desdice de la argumentación principal del libro: recuperar la sabiduría clásica en tiempos modernos.
Aunque, filosóficamente hablando, el libro tenga “peros”, estos son menores. Lo más criticable es cuando Hall se lanza a hablar, sin tapujos, de sus visiones religiosas. La concepción que tiene del catolicismo es muy poco correcta. Sin embargo, la manera en que propone recuperar a Aristóteles es buena y atractiva, de modo que puede conducir a que muchos se lancen a abrevar en su legado directamente, sin mediaciones empobrecedoras.
A medio camino entre el ensayo y la autoayuda, el libro desgrana las principales aportaciones de Aristóteles. No se mete en terminología especializada y es, por tanto, un ensayo dirigido a todos los públicos, con o sin formación. Reivindica un concepto de felicidad no subjetivista ni deóntico, sino basado en el desarrollo de la potencialidad humana. Ahora bien, separa a Aristóteles del esencialismo, como si él, en lugar de referirse al desarrollo de la persona, se hubiera referido al desarrollo de las cualidades personales de cada uno.
Es, en definitiva, un libro parecido a aquel de hace unos años que recomendaba más Platón y menos Prozac. Le falta la apelación a la trascendencia. En cualquier caso, y aunque a veces no sea muy profundo, trae muy bien a la actualidad el pensamiento de un griego del siglo IV y hace consideraciones muy estimables, por ejemplo, sobre la memoria y la muerte. Está escrito con un estilo cuidado y directo, lo cual se agradece.

TROA