NUESTRA CASA EN EL ARBOL

Lea Vélez es escritora, guionista y autora de series televisivas. Empezó su carrera literaria como coautora con Susana Prieto. Su primera novela en solitario la publicó en 2014. El jardín de la memoria fue su segunda novela de marcado corte autobiográfico que escribió en Inglaterra mientras cuidaba a su marido enfermo de cáncer terminal y con la que fue candidata para el IV Premio Troa de Libro con valores. Nuestra casa en el árbol, su último libro sigue apoyada en la temática anterior. La viudedad recién estrenada y la orfandad de los hijos necesitados de la figura paterna dan vida a unos personajes de ficción en los que la autora vuelca su propia experiencia.
Ana acaba de perder a su marido enfermo de cáncer. Sus tres hijos, Michael de seis años, Richard de cinco y María de tres, sienten el vacío de la orfandad y no les resultará fácil seguir sus vidas como si nada. El colegio es misión imposible para ellos, con el añadido de ser niños superdotados a los que la disciplina escolar les parece de lo más aburrido. Después de una primera fase de duelo, Ana decide trasladarse al pequeño pueblo de su marido en Inglaterra, a orillas del río Hamble, donde está Joiners House, una encantadora casa rural y que ahora, tras la muerte del marido, les pertenece. Allí decide que empezará de nuevo. Ella se encargará de gestionar la casa, de la educación de sus inteligentes hijos y la posibilidad de un nuevo amor. Para conseguirlo piensa que será imprescindible encargarse de construir personalmente para los niños una casa de madera en lo alto del roble que se encuentra en el jardín. Nuevos amigos vendrán a ocupar los vacíos dejados por el fallecido haciendo de la familia algo flexible y con lazos fuertes que no sólo se derivan de la sangre.
El narrador será Richard, el segundo hijo, que apoyado en sus notas personales y en el diario de su madre, intenta escribir sobre una infancia repleta de acontecimientos.
Los protagonistas están muy bien descritos a través de los diálogos planteados de manera inteligente en boca de unos niños superdotados, pero no exentos de la ingenuidad que les es propia a tan corta edad despertando la simpatía del lector.
La relación entre los hermanos, con la madre, entre los distintos personajes, etc., plasma valores positivos dando gran importancia a la unidad familiar, la generosidad, la veracidad, el amor desinteresado, etc.
A través de la figura de la madre, la autora cuestiona el sistema educativo en general que no es capaz de despertar el interés de los niños particulares, especiales o superdotados. Las conversaciones entre madre e hijos son loables en cuanto que despierta el interés por el conocimiento de las cosas y es una madre-educadora accesible y muy cercana, aunque prescinde completamente, minusvalorándolo, todo lo religioso, en especial la religión católica.

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