- Editorial: NÓRDICA
- Año de edición: 2018
- Materia: Obras poéticas
- ISBN: 978-84-17281-72-4
- Páginas: 112
- Encuadernación: Rústica
- Colección: Ilustrados
- Idioma: Español
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Emily Dickinson (1830-1886) nació y vivió toda la vida en la localidad de Amherst, en Estados Unidos. Con escasa vida social, se relacionaba con sus amigos de manera casi exclusiva por carta. Vivía voluntariamente aislada y recluida en su casa. Escribió muchos poemas, pero en vida solamente publicó seis poemas. Su obra empezó a ser conocida a partir de 1890, cuando se publicó una primera colección de poemas. Dickinson se ha convertido en una de las poetas de más prestigio por su sencillez, su concisión y la puesta en escena de un mundo enigmático que combina lo doméstico, familiar y el amor a la naturaleza.
En Nórdica se ha publicado con anterioridad El viento comenzó a mecer la hierba, una antología de poemas. El responsable de esa edición, Juan Marqués, señaló en el prólogo que estos poemas además de ser escritos, en principio, exclusivamente para la inmensa minoría de sí misma, fueron, a un tiempo, complicadísimos y simples, alegres y tristes, transparentes y enigmáticos. Son poemas que acompañan y ayudan a vivir a quien los lee, que enseñan a observar mejor, que obligan a ser más compasivo.
Este volumen, con unas sensacionales ilustraciones de Elia Mervi que combinan a la perfección el texto y la imagen, está formado por cartas y poemas. Y en esta edición se añaden también lo que la crítica ha denominado envelope poems, que son breves poemas que la autora escribió en los sobres de las cartas y que la mayoría han pasado a formar parte ya del canon dickinsoniano.
La correspondencia sirve para conocer mejor el mundo interior de Dickinson, una mujer solitaria, extremadamente sensible, con nula y enfermiza capacidad para relacionarse en directo con los demás. En las cartas aparece una Dickinson más desenfadada que abre su mundo interior. Vemos a una mujer vinculada de manera absoluta con su mundo más próximo. Esta mirad sobre la realidad la lleva, en sus cartas y sus poesías, a conformar una poética de lo doméstico, de lo intrascendente, de lo sencillo y cotidiano. No hay ampulosidad ni en su estilo ni en sus referencias. Todo es lírico, exacto, sorprende, insólito, misterioso
dentro de su mundo de absoluta normalidad.
Adolfo Torrecilla
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