N
oel Ilustre Bulaong, filipino y residente en Estados
Unidos como profesor adjunto en la universidad de
Elmira, regresa a Manila tras varios años de ausencia
para asistir al entierro de su padre. Durante el largo viaje
en avión que le lleva de vuelta a su país de origen irá
rememorando imágenes y acontecimientos de su niñez,
adolescencia y juventud, enmarcados bajo el régimen
político de Ferdinand Marcos, que definirían sus ideas,
pensamientos, actuaciones, amistades, contradicciones,
miedos, y una forma de vida posterior con la que solo
ha logrado una tranquilidad material. Los recuerdos
serán la excusa que llevarán al protagonista a un
examen de conciencia con el que reconocer que uno
de los mayores errores para no poder alcanzar la
verdadera felicidad ha sido la traición a sí mismo. Las
simples imágenes van dando paso a una valoración
progresiva de los propios actos que desembocará en
deseos de redención. En esta novela con tinte
autobiográfico, el autor da unas pinceladas de un
período político convulso en las Filipinas de los años
setenta aprovechando su propia experiencia. A veces
puede dar la sensación de que la historia queda algo
deshilachada por desarrollar la trama a modo de
recuerdos que van y vienen aunque la personalidad de
Noel se deja ver al final con toda nitidez.
H
elmer, granjero en una pequeña localidad, vecina de
Dinamarca, empieza a cambiar los muebles de su casa.
Despeja su habitación, compra una cama nueva y lleva
a su padre, impedido y anciano, a un cuarto en el piso
de arriba. Estas acciones se explican a medida que
Helmer -a través de las visitas que recibe- nos muestra
que perdió a su hermano gemelo hace años y con él, la
complicidad que tenía con su madre. La novia de su
hermano quiere volver a visitarle y le pide que acepte
a su hijo adolescente como mozo en la granja. Helmer
se dedica a sus ovejas, al ordeño de las vacas, y a sus
dos burros como algo inevitable. Le gusta la soledad y
las escasas relaciones humanas le hacen interrogarse
quién ha sido en su familia. Cuida lo indispensable a su
padre hasta que éste le pregunta qué ocurre. La escasa
piedad de Helmer con su padre tiene su explicación: el
lector podrá descubrirla. El tono que usa el autor es
contenido, con una emotividad de pocas palabras, en
un lugar de escasos habitantes, rural y apacible, con
más compañía de animales que de personas. El
protagonista vive tranquilo con sus animales, y los
domésticos y la corneja cenicienta, como pájaro demal
agüero, simbolizan un pasado que aún pesa. Ese lastre
del pasado, con el que hay que reconciliarse y dejar
cicatrizar es el tema de esta novela.
Pasando el rato
en un país cálido
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