«El futuro ya ha
empezado hace
un rato (...).
En el día de
hoy es donde
vivimos
realmente.»
«Me metí en las
cosas pequeñas,
que, en una
familia, hacen
la diferencia
entre lo
maravilloso
y lo mucho
menos
maravilloso.»
C
uando uno tiene cierta edad,
con frecuencia mira hacia atrás y, con
demasiada frecuencia, se acuerda de
lo que pasó hace muchos años y no se
acuerda de dónde ha dejado las gafas.
Pasa la vida, que es eso
En este intervalo, a veces largo,
de búsqueda de las gafas, que se
entremezcla con lo que pasó hace
años, me acuerdo muchas veces de
cómo empecé a tontear con una chica
y ella conmigo, y cómo nos hicimos
novios y cómo ese mismo día fijamos
la fecha de la boda y cómo nos
casamos y vinieron los hijos y
siguieron viniendo y siguieron
viniendo. Y la casa se llenó de ruido y
los hijos se fueron haciendo mayores
(y nosotros también) y empezaron a
tontear y nos trajeron a los novios y a
las novias y fueron riñendo con las
novias y los novios, causándome
mucha pena porque ya me gustaban a
mí, olvidándome, por mi falta de
experiencia, de que los que se tenían
que casar eran ellos y yo, no, que ya
estaba casado y bien casado.
Bodas de los hijos, llegada de
los nietos...
Ya he encontrado las gafas. Esta
vez me ha costado más y, por el otro
lado, los nietos han empezado a
presentarnos a sus novios y a sus
novias, a los que, imprudente de mí,
les vuelvo a coger cariño.
Pasa la vida, que es eso. A
algunos les parecerá que es muy
poco, pero, como dicen los cursis, "es
lo que hay". Y no hay más.
Bueno, sí que hay más. Porque
a lo largo de los años, de los muchos
años, de los muchos días, de los
muchos minutos, de los muchos
segundos y aún podría seguir con las
décimas, las centésimas y las
milésimas, pasan muchas cosas.
Muchas cosas, que parece que
no dejan huella, porque, normalmen-
te, son pequeñas. Digo "normalmen-
te", porque eso es lo normal. En la
vida se hacen poquísimas cosas
grandes. Yo todavía no he hecho
ninguna. Así es que, o me doy prisa o
se me acaba el plazo.
Pero incluso los que tienen
fama por haber hecho algo importan-
te, tienen lagunas de años que no
aparecen en su biografía porque "no
hay nada que contar".
¡Claro que hay que contar! Todo
eso que hicieron y que no se cuenta
porque, en teoría, no tenía importan-
cia, les preparó para la cosa grande.
Cristóbal Colón descubrió
América una vez, pero antes, hizo
muchísimas cositas, que le contaba a
su mujer cuando llegaba a casa
cansado por las noches y que
seguramente, le aburrían soberana-
mente a la pobre señora, que alguna
vez le debió decir: "Cristóbal,
¿por qué
no dejas de soñar y te buscas un empleo
serio?"
Preparase para las cosas grandes
...Y, de repente, como por arte
de magia, Cristóbal se va de casa y
vuelve al cabo de mucho tiempo
diciendo que ha descubierto América.
Porque América se descubre
así. Trabajando mucho, intentando
trabajar muy bien, cansándose
mucho, no diciendo nunca que estás
cansado, repitiendo una y otra vez lo
mismo hasta que sale, no presumien-
do del trabajo que estás haciendo,
ayudando a los demás, no atribuyén-
dote los éxitos de los demás, no
poniendo cara de víctima pensando
que si no es por ti, nadie descubre
América...
Encontré las gafas. Me puse a
hablar de la familia. Luego me fui a
América. Pero, en el camino, un poco
tortuoso, por cierto, me metí en las
cosas pequeñas, que, en una familia,
hacen la diferencia entre lo maravillo-
so y lo mucho menos maravilloso.
Esas cositas tienen otra ventaja:
que hay que hacerlas hoy, porque las
grandes son para el futuro. "Yo, de
mayor, quiero ser Almirante". Sí, hijo
mío, pero si no apruebas el examen
de Mates de mañana
de 2° de ESO que lo
llevas flojo, no has
dado el pasito que hoy
te lleva al Almirantaz-
go. Y si hoy, ahora, no
dejas el móvil y, en vez
de concentrarte,
empiezas a enviar
whatsapps a tus
amigos, deja de
pensar en el futuro, porque el futuro
ya ha empezado hace un rato y tú no
te has enterado.
En el día de hoy es donde vivimos
realmente. El pasado, como su propio
nombre indica, ya ha pasado, y el
futuro, no sabemos si va a llegar,
aunque estemos jóvenes y guapos y
rozagantes y oigamos cosas tales como
"¡qué bien está usted! ¡nadie diría la
edad que tiene!".
Por tanto, o nos ocupamos hoy
de los que nos rodean o estamos
perdiendo miserablemente el tiempo,
haciendo grandes planes que nunca se
realizarán.
Quererse mucho, siempre
La familia es eso. Un conjunto de
miles -millones- de cosas pequeñas,
hechas con mimo hoy, ahora, que no
son más que el reflejo pequeño, diario,
constante, de una cosa enorme:
quererse mucho.
Más aún: quererse mucho,
siempre. "En la riqueza y en la pobreza,
en la salud y en la enfermedad", frases
que suenan muy bien, pero que,
concretando, quieren decir que cuando
tu marido o tu mujer se quedan sin
trabajo, a los 50 años, en una situación
socio-político-económico-laboral
complicada, también hay que quererse
mucho. Y en ese momento, el "quererse
mucho" querrá decir sonreír al que, por
la noche, llega hecho puré porque le
han dicho varias veces a lo largo del día
que están buscando jóvenes proactivos,
resilientes y asertivos y que, por su
aspecto, él/ella no reúnen esas
condiciones.
Profesor del IESE. Escritor
Leopoldo Abadia
¡QUÉ BIEN SE ESTÁ EN CASA!
SL
A FONDO
24
TROA