¡Qué horror, nos jubilamos!
Ignacio Sánchez-Carpintero Plano y Teresa Abad Moratinos
L
a palabra jubilación viene del término
latino “iubilatio” que significa júbilo y, en efecto, el
jubilado o jubilada debe plantearse esta nueva
situación como la ocasión de hacer aquello que
siempre quiso realizar pero que el trabajo no se
lo permitió.
En todos los casos la jubilación supone un
cambio importante en la convivencia conyugal
porque se pasa de “verse poco” a estar casi todo
el día juntos. Un autor norteamericano,
Spencer
Johnson
, cuenta la fábula de unos ratones y unos
liliputienses a quienes les han robado “su queso”.
Los hombrecillos no se adaptan y lo pasan fatal,
mientras que los ratoncitos se dedican a buscarlo
hasta que encuentran otro y tan contentos. ¡Qué
importante es la adaptación a las nuevas
situaciones, sobre todo “cuando el nido se queda
vacío”.
¡Qué horror, mi marido o mi mujer se
jubila! De horror nada, más bien es una oportuni-
dad. Una conocida mía decía: a partir de ahora
”tendré mitad de sueldo y doble de marido”. Lo
del sueldo seguramente tiene difícil arreglo, pero
lo del marido sí, porque es la ocasión para ambos
de dar sentido positivo a los años que les quede
de vida, o sea, lo que los psicólogos llaman la
resiliencia.
Las personas jubiladas resilientes, hombre
o mujer, siempre están dispuestas a disfrutar de
los pequeños detalles de cada día, tales como un
amanecer, la caída de los copos de nieve, la
sonrisa de un nieto, el beso de un hijo... ¡hasta el
canto de una chicharra! y tantas y tantas
ocasiones que se presentan y a las que podemos
sacar partido. A veces son situaciones dolorosas,
enfermedades, escasez económica, noticias
tristes, etc. También en estos casos hay que saber
encontrar la parte positiva, que seguro que
tienen, es decir, ser jubilados resilientes.
¡Cuántas veces hemos oído decir a algunas
personas que gracias a un acontecimiento
doloroso habían vuelto a rezar, habían vuelto la
cara a Dios, pidiéndole ayuda! ¡Cuántas ocasiones
se nos presentan de ayudar al prójimo! Un amigo,
un familiar, y tantas otras personas que te
necesitan. No pases de largo, aprovecha tu
tiempo, tus conocimientos, tu dinero, para
dárselo a los demás. Sé un jubilado o jubilada
resiliente.
¿Qué más podemos hacer? Podemos
dedicarnos a plasmar nuestras opiniones
escribiendo artículos en periódicos y revistas;
también se puede aprovechar para realizar
actividades que siempre quisimos hacer, como
tocar o quizá mejor “aporrear” algún instrumen-
to musical, ayudar a los hijos y nietos, cultivar
hortalizas, colaborar en ONG´s, etc.
Pues eso, a buscar el queso.
Matrimonio jubilado, padres de diez hijos. El, profesor Emérito de Geología y ella, secretaria administrativa de la Universidad de Navarra.
Se acercan las Navidades, una
época que, fomentado por la
sociedad de consumo, hacemos
regalos a los miembros de nuestra
familia y a las personas queridas.
Hacer regalos es una forma de
expresar nuestro cariño a los que
lo reciben, forma parte del
lenguaje de los hechos y lo que
buscamos es sorprender a la
persona querida. Para ello,
previamente hemos estado
pensando en ella, en qué le puede
gustar, qué necesita, qué le puede
ayudar dependiendo de su edad y
actividad, etc., queremos que ese
regalo le aporte un bien. Una vez
hayamos decidido qué regalar,
tendremos que hacer el esfuerzo
de buscarlo, envolverlo de forma
atractiva…, durante todo este
proceso estamos disfrutando
pensando en el momento de
entregárselo: cuando hacemos un
regalo entregamos mucho más
que un simple objeto.
Los niños son los que esperan con
especial ilusión los regalos, pero
también son los que están más
influenciados por los medios de
comunicación y por las modas.
Muchas veces los padres les
decimos que “escriban la carta a
los Reyes Magos” para saber qué
regalarles, y esto no es malo, pero
corremos el peligro de no
pararnos a pensar si lo que están
pidiendo es conveniente para
ellos o no. Ellos lo que hacen es
pedir lo que ven atractivo en los
anuncios, lo que está de moda, lo
que tienen la
mayoría de
niños de su
clase, etc.
Si preguntamos
a los niños en
enero, muchos
de los regalos recibidos suelen ser
móviles, video-juegos, “tablets” y
otros aparatos electrónicos: en fin,
tecnología digital. Incluso a veces
el que ha recibido regalos
“tradicionales” es motivo de burla
entre sus compañeros. Las nuevas
tecnologías son herramientas muy
buenas que facilitan mucho el
trabajo y la comunicación, pero no
olvidemos que también les
podemos sorprender con algo
que no hayan pedido, e incluso
que no esté de moda.
¡Qué buenos ratos se pueden
pasar en familia o entre amigos
con un buen juego de mesa! En
esos ratos vemos la cara que
ponen los demás según la jugada,
vemos las reacciones de los
demás, nos tenemos que
controlar si no queremos que
descubran lo que estamos
pensando, a veces hay risas o
enfados…, todo
esto crea unos
vínculos que unen,
ya sea a la familia
o a los amigos,
ayudan a
conocernos mejor.
Con las tecnologías digitales
también podemos jugar, pero en
general hay que estar tan
pendiente de la pantalla que no
prestamos atención a lo que pasa
a nuestro alrededor, fomentan el
individualismo.
A todos los padres nos gustaría
fomentar la unión entre la familia
y que nuestros hijos tengan
buenos amigos con los que
compartan alguna afición o
deporte o que aprendieran a
disfrutar leyendo un buen libro.
Lo que ocurre es que tenemos
que competir con unas tecnolo-
gías muy atractivas y rápidas: las
imágenes que aportan los móviles
y demás aparatos digitales son
muy llamativas y cambiantes, no
nos aburren; además no
necesitamos esperar a nadie para
conectarnos y empezar a
disfrutar, en cualquier momento y
lugar podemos hacer “clic”; los
ritmos de vida que llevamos
tampoco ayudan a pasar tiempo
con la familia de una manera
relajada y es muy fácil tener a los
niños entretenidos con una
pantalla.
Es un reto competir con las
nuevas tecnologías. No se trata de
desterrarlas, son buenas
herramientas, pero no pueden
sustituir a las relaciones humanas.
El trato continuado, pensar en
hacer la vida agradable a los que
tenemos al lado, divertirnos
juntos y superar, también juntos,
situaciones difíciles: todo esto
será lo único que nos ayude a
nosotros y a nuestros hijos a
crecer como personas.
“Las nuevas tecnologías
no pueden sustituir
a las relaciones
humanas. "
COMPETIR CON LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Barbara Sotomayor
Directora de Familiaeco3.com
blog.familiaeco3.com
Eunsa
128 págs.
15,00 €