A FONDO
SL
TROA
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Sin embargo, hay canciones
alegres, hay literatura esperanzada. ¿Es un
espejismo, creador de falsas ilusiones? En
realidad, lo es más bien encerrarse en un
ambiente de desesperación, dejarse rodear
de solo eso. Y lo es porque hay gente ale-
gre, y hay gente con esperanza. La litera-
tura francesa tiende a llamar “realismo”
a la narrativa que se pasea por las alcan-
tarillas de la sociedad. Pero tan real es la
calle como la alcantarilla. Solo que muchas
veces quien vive en la alcantarilla no quiere
asomarse a la calle, pues ante el contras-
te va a ser inevitable preguntarse qué he
hecho mal para vivir aquí y no allá. Quizás
nada, pero en ese caso hay que armarse de
valor para salir de donde se está e intentar
abrirse paso por la calle. Es más cómodo
sumirse en el fatalismo. Es más cómodo,
pero es triste.
Compartir las penas puede
amortiguar la tristeza, pero es evidente
que no la quita. Y sin embargo es el recurso
elegido por muchas personas. Ha ocurrido
siempre, pero en la actualidad Internet lo
ha potenciado mucho, con foros de perso-
nas solitarias que comparten sus tristezas,
y donde una persona con optimismo y
satisfecha de la vida pronto se sentiría y
sería percibida por los demás como un ex-
traño, alguien fuera de sitio. Parece como
si su sola existencia abriera unas heridas
dolorosas, que por otra parte parecen em-
peñados en no querer cerrar. Si se trata de
un público lector, resulta bastante claro el
tipo de literatura al que se ven inclinados.
Salir de ese cascarrón, de ese
mundo triste y cerrado que se autoalimen-
ta, no resulta fácil. Pero se puede. La clave
está en querer salir de ahí, y buscar a quie-
nes hasta ese momento no se ha querido
reconocer. También, al gran ausente de
todos estos círculos de la tristeza desespe-
ranzada: Dios, que es la fuente última de
la esperanza. Las canciones tristes dicen
tanto…; sí, pero no lo dicen todo.