- Editorial: NOWBOOKS
- Año de edición: 2024
- Materia: Autoayuda
- ISBN: 978-84-16245-70-3
- Páginas: 224
- Encuadernación: Cartoné
- Colección: < Genérica >
- Idioma: Español
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Francesc Torralba (1967), filósofo, teólogo, estudió en la Universidad de Barcelona y en la de Copenhague donde preparó su tesis doctoral sobre Kierkegaard. También se doctoró en teología. Catedrático de filosofía en la Universidad Ramon Llull. Ha escrito más de un centenar de libros sobre filosofía. En 2011 fue nombrado por Benedicto XVI consultor del Consejo Pontificio de la Cultura de la Santa Sede y es presidente del Consejo Asesor para la Diversidad Religiosa de la Generalitat de Catalunya y miembro del Consejo Pontificio para la Real Academia de Doctores de España. Entre sus obras podemos citar: Palabras de consuelo: en la muerte de un ser querido, El sentido de la vida, El valor de tener valores. También ha participado en programas de Catalunya Ràdio y en TV2.
Francesc Torralba inicia el libro recordando de forma esmerada el último día de su hijo, el 14 de agosto de 2023. Después de los actos propios del entierro y de las múltiples formas de condolencias recibidas, nos relata el lenguaje no verbal con que muchas personas participamos de esta conmoción cuando se trata de expresar nuestro sentimiento a alguien que ha perdido a su hijo. Y es que, como dice el título No hay palabras, sólo en hebreo está Shjol (quien pierde al hijo). Nada es como antes. El reloj biológico dicta que los hijos debemos enterrar a los padres, pero la muerte de un hijo choca contra el curso ordenado de la vida.
Ante este hecho, existen prácticas estériles como esconder, ocultar, enmascarar la muerte. Él nos explica que ha encontrado diferentes formas de refugio, de descarga: ha optado por releer al filósofo Soren Kierkegaard, escribir este libro en homenaje al hijo y sobre todo escuchar música, una actividad muy terapéutica. Es muy sanador, liberador, crear comunidades de diálogo, como los grupos de luto. Por cierto, ¿por qué no hay hombres en los grupos de luto? Siempre se les ha adjudicado la contención.
A menudo en el momento del pésame se habla de pérdida, él prefiere ausencia. Estos momentos de estar en familia y amigos después de la muerte, propician conversaciones entre personas que nunca habríamos tenido, se inicia pues un ritual con connotaciones sociales, espirituales, es complejo, muchos no saben cómo actuar en estos momentos ante los padres que han perdido a un hijo. La aflicción del otro nos agobia, queremos liberarlo.
Cuando se apaga la vida de un joven, la indignación es fácilmente comprensible, cuestionamos todo, la muerte nos parece un acto injusto. Momentos de desesperación (quien es creyente cuestiona a veces la eternidad), momentos de esperanza (mantenemos la fe). Después, seguramente vendrá la resignación, la aceptación, pero Torralba prefiere la gratitud de haber disfrutado unos años de su vida, de su compañía.
Afrontar adversidades nos hace madurar. La muerte nos hace a todos iguales. Pensamos que la muerte vendrá al final, la incertidumbre nos angustia. Francesc Torralba nos propone "vivir cada día como si fuera el último".
Muy emotivo es el epílogo del libro donde nos recuerda que a nadie le han preparado para vivir la pérdida de un hijo. Ante esta situación, nos sugiere tres grandes virtudes humanas: humildad, compasión, magnanimidad. Estas virtudes pueden resultar muy útiles para todo tipo de adversidades.
Carme Solsona
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