Selección Literaria · nº 52 - page 13

TROA
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JESÚS SÁNCHEZ ADALID
SL
Las fuentes que no se agotan
Si acaso, alguno hay en el lenguaje. Adalid admite, un
poco colorado, que la novela comienza con un castellano
del XVII bastante estricto, pero que muy poco a poco se
van suavizando términos y giros: “hoy sería difícil que el
lector aguantase una novela entera escrita con el léxico y
los giros de aquella época”.
Adalid ha bebido no solo de la prosa española del Siglo
de Oro sino de la mejor novela histórica que se ha escrito.
Habla con unción de las Memorias de Adriano de Yource-
nar y, entre cuatro o cinco más, del célebre Sinuhé el Egip-
cio, la obra maestra de MikaWaltari. Pero ahora mismo no
lee novela histórica: prefiere que, en el camino que se ha
trazado, no le estorben otras maneras de hacer.
Y sin embargo reivindica el género con toda intensidad:
“La historia de España no está novelada. Todos sabemos
mucho sobre la época de Robin Hood o el rey Arturo. Lo
hemos leído. Pero, quitando a Galdós, nadie ha contado
nuestra propia historia en forma de novela. Eso se está
haciendo ahora y el resultado es el de siempre: que nos
ponemos verdes a nosotros mismos. Que nos reímos de lo
que hacemos mientras admiramos lo que hacen otros. No
hay forma de quitar ese prejuicio. Y que, cuando nos
ponemos a escribir, confundimos la novela histórica con
la historia novelada o con la novela de ambientación
histórica, que no son lo mismo ni mucho menos”.
Nunca da nombres ni se mete con nadie. Solo añade,
mientras se toma un té en una terraza que da a la plaza
Lahdim, de Meknes: “lo único que funciona es el filtro del
tiempo. A ver cuántas novelas de las que ahora se escri-
ben aguantan lo que han aguantado estas murallas...
¿sabías, por cierto, que el que construyó esa tremenda
cárcel para cautivos era portugués? Pues verás...”.
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