A través de una original fábula
despliegas todo un programa para
alcanzar la felicidad. ¿Cuáles son las
claves esenciales para lograrlo y que
enseñanza deseas transmitir?
Las claves son muchas, sin duda, porque,
como decía Thibon, ser ángel
o piedra o bestia es muy fácil, son lo que
son: espíritu o materia. Pero no es tan
fácil ser persona, pues somos ambas
realidades a la vez. La primera clave es el
conocimiento. No es posible alcanzar la
felicidad sin tener una noción lo más
cabal que sea posible del significado de
persona. Solo si sé quién soy, podré
saber qué me conviene. No es posible
actuar alocad amente, hacer en todo
momento ‘lo que me apetece’ y luego
reclamar un derecho a ser feliz. La clave
de las claves es la combinación de una
cierta y sana despreocupación por la
felicidad propia con una preocupación y
ocupación ciertas por la felicidad ajena.
Actualmente, en nuestra sociedad,
parece que lo que está en alza es el
éxito, la fama, el poder, el dinero, etc.
En este libro reivindicas la importan-
cia de la sencillez, de la humildad o del
servicio. ¿Cómo se podría ayudar
-especialmente a los jóvenes- a dar
importancia a estos valores?
“La felicidad no está en el éxito, sino el
éxito en la felicidad”. Hay una
confusión grande entre felicidad y
deleite. La felicidad humana, en sentido
pleno, no consiste en el mero placer o
complacencia, pues, entonces, todos los
asesinos que disfrutan viendo sufrir a
sus víctimas, la habrían alcanzado. La
felicidad sería más bien el placer y
complacencia en lo que es bueno, bello
y verdadero. Y la tesis del libro, que no
es mía, sino de muchos pensadores de
gran talla intelectual, es que el camino
para llegar a ella son las virtudes que
usted menciona en la pregunta. Creo
que los jóvenes, y los no tan jóvenes,
necesitan ejemplos y modelos próximos
que muestren la verdad de esos valores
de manera natural y espontánea.
Aunque, al final, pienso que la única
forma eficaz de paladear la felicidad de
dedicarse a los demás es haciéndolo. Y
no hace falta irse muy lejos: en nuestro
quehacer diario tenemos mil oportuni-
dades de olvidarnos un poco de
nosotros y dedicarnos a los demás.
Como experimentamos cada día,
cualquier servicio a los demás (ayudar a
un invidente a cruzar la calle, ceder el
asiento a quien lo necesita más…)
genera un efecto inmediato de felicidad
y repercute en nuestra configuración
personal, pues somos y acabamos
siempre siendo lo que hacemos.
La fábula es un recurso narrativo
muy atractivo y pedagógico. En este
caso ¿dónde hallaste la inspiración
para esta historia?
Yo diría que la alfombra como alegoría
del servicio a los demás forma
parte de nuestro acervo cultural. Yo
tomé esta imagen de un texto de San
Josemaría. Un día me entró la curiosi-
dad por conocer el proceso de fabrica-
ción de una alfombra, investigué un
poco y fui descubriendo grandes
concomitancias con el proceso de
formación de la persona humana. La
alegoría sirve, creo, para dar forma a la
idea aristotélica de que cada ser
encuentra la felicidad en el cumplimien-
to de su propia naturaleza, siendo la de
la persona humana el amor.
¿Cuál es, en tu opinión, el motivo de
que en estos últimos años haya
proliferado la publicación de libros de
autoayuda?
Creo que existe, por una parte, una
pérdida y una debilitación de
referencias éticas y culturales cercanas y
vivenciales, biográficas, generada un
tanto artificialmente, por cierto, pues
siempre tenemos grandes personas a
nuestro lado que están por descubrir. A
ello se une el natural deseo de felicidad,
que a veces se deja deslumbrar por las
promesas de éxito personal que ofrecen
los libros de autoayuda. El grave error de
muchos de estos libros es la inversión
jerárquica: cuando ‘yo’ soy el fin y ‘mi’
felicidad es lo único que me impulsa, los
demás acaban convirtiéndose en
instrumentos, en medios para alcanzar
dicho fin; incluso mi propio espíritu de
servicio puede contribuir a este desca-
rrío. La lógica del perfeccionamiento
humano no es: ‘he de servir a los demás
para ser mejor”, sino ‘he de ser mejor
para servir a los demás’. Y así, paradóji-
camente, acabaré sirviéndome a mí
mismo y seré más feliz.
¿Tienes algún proyecto literario en
perspectiva?
Siempre hay ideas, sugerencias, algún
proyecto ya antiguo que no ha
podido avanzar, incluso algún bosquejo
medio hilvanado, pero nada con entidad
suficiente como para anunciarlo. Este
año, por varias razones, va a ser para mí
un año lleno de compromisos extrapro-
fesionales, por lo que no creo poder
encontrar tiempo suficiente para escribir
algo nuevo. Aunque nunca se sabe, ya
veremos…
Concluimos nuestra entrevista con
una pregunta que nos parece funda-
mental. Como padre y educador
¿dónde crees que podría estar el
secreto para fomentar la lectura,
tanto en la familia como en el colegio,
y lograr que los niños se aficionen a
leer con agrado?
Me temo que en este terreno hay pocos
secretos y los recursos son los
de siempre: el ejemplo, que nuestros
hijos nos vean leer a nosotros; la
selección adecuada, que encuentren el
gusto por la lectura en un libro oportuno
y acertado para su edad; la oportunidad,
que encuentren libros en casa; y la
generación en el horario familiar de
espacios de tiempo sin televisión ni
juegos de ordenador, lo que unos
amigos nuestros de raíces anglosajonas
llaman el ‘quietmoment’, el tiempo de
silencio. Por otra parte, los padres
hemos de ir superando la asociación
entre pantalla y pérdida de tiempo.
Nuestros hijos leen en las pantallas; se
les puede sugerir que conviertan parte
del tiempo de pantalla en tiempo de
lectura. Si no puedes con el enemigo,
únete a él.
ENTREVISTA A...
SL
TROA
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