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TROA
E
l nacimiento y el primer desarrollo del Opus Dei
duró ocho años, de 1928 a 1936. Fue una época de gran
apasionamiento en España, tanto por el final de la
dictadura del general Primo de Rivera como por la llegada
de la Segunda República. En ese tiempo, san Josemaría
Escrivá de Balaguer difundió un mensaje de santidad en la
vida secular, entre laicos y sacerdotes diocesanos.
A partir de 1932, san Josemaría priorizó su aposto-
lado con estudiantes de las facultades y de las escuelas
especiales de Madrid. Un año más tarde, en diciembre de
1933, abrió una academia de preparación para ingreso en
la Universidad –la Academia DYA–, que le sirvió para
transmitir el mensaje del Opus Dei. De modo particular,
explicó a los estudiantes que necesitaban una solida
preparación profesional si deseaban colaborar en la
implantación social del espíritu cristiano; debían entender
que su actividad académica era el campo donde Dios les
llamaba a dar lo mejor de sí mismos. A la vez, les animó a
que realizaran obras de misericordia con la enseñanza del
catecismo y con las visitas a enfermos.
En octubre de 1934, al proyecto DYA se le añadió
una residencia universitaria. Aunque las dificultades
económicas fueron enormes, la Residencia DYA salió
adelante gracias al impulso del fundador del Opus Dei. La
atención material de la casa –comida, limpieza y horario–
DYA
La Academia y Residencia en la historia del Opus Dei
se cuidó con profesionalidad. Y la formación religiosa se
canalizó a través de las clases y las meditaciones que
predicó san Josemaría.
En el curso académico 1935-1936, la Residencia
estuvo llena desde el principio. Además, unos ciento
cincuenta estudiantes participaron a lo largo de ese año en
cursos de formación profesional y cristiana. Algunos
pidieron la admisión en la Obra, como el beato Álvaro del
Portillo, José María Hernández Garnica, Pedro Casciaro o
Francisco Botella.
Los universitarios que fueron por DYA tenían
distintas ideas políticas. Pero, frente a la agitada situación
social del momento, la Residencia fue un espacio de
convivencia, en el que se aconsejaba no discutir sobre
política.
Después del triunfo del Frente Popular, en las
elecciones generales de febrero de 1936, la inestabilidad
social creció en España. Aunque la situación exigía
prudencia, san Josemaría no dejó de alentar el desarrollo
del Opus Dei. Por eso, en julio de 1936, DYA cambió de
sede, esta vez al número 16 de la calle Ferraz. Pero en ese
momento estalló la Guerra Civil española. Concluía así el
primer apostolado de carácter corporativo en la historia del
Opus Dei.
José Luis González Gullón, miembro del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá, es autor
de
El clero en la Segunda República. Madrid, 1931-1936
, y de varios artículos sobre historia
contemporánea de la Iglesia en España.
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