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LA LEYENDA NEGRA:

UNA ORACIÓN DESCOMPUESTA

Mª Elvira Roca Barea

Profesora e investigadora

L

o que llamamos leyenda negra es una deforma-

ción de la historia de España que comenzó hace muchos

siglos y que todavía dura. Se la puede considerar un

palimpsesto y desde luego un caso particular de la

universal imperiofobia, esto es, de la aversión que

despierta el pueblo que se convierte en el motor de un

imperio en otros pueblos más pequeños. Como imperiofo-

bia, la leyenda negra es, en medida semejante al antiameri-

canismo o la rusofobia, un efecto del complejo de inferiori-

dad, de la admiración y la envidia combinadas. Como

palimpsesto la leyenda negra tiene muchas escrituras

sucesivas que a lo largo de los siglos se han acumulado

hasta darle tal espesura que solo con dificultad y esfuerzo

puede verse a través de ella. Entre otras cosas, porque la

deformación negro-legendaria no se presenta nunca como

tal, sino como reluciente y acrisolada verdad. Así, por

ejemplo, se ha convertido en un lugar común

entre nuestros historiadores y los de allende

los Pirineos negar su existencia, bien sea

atenuando su importancia o negando su

vigencia actual. Esta negación –repárese en el

detalle- la manifiestan los historiadores

europeos, españoles y no españoles, nunca

los estadounidenses, porque al acercarse a

la leyenda negra perciben un aire de

familia con lo que sucede a su propio país

que les ayuda a orientarse en los prejuicios

hispanófobos de una manera casi

inmediata.

La negación de la leyenda negra,

duramente contestada por el estadouniden-

se

Maltby

, por ejemplo, supone la aceptación

como verdadera de una versión de la historia de

Europa que se escribió para aliviar el ego

dolorido de los humanistas italianos (los

españoles son marranos, atrasados y medievales);

para justificar la supremacía del protestantismo

(los supercatólicos españoles son los hijos del

Anticristo y la Ramera de Babilonia, fanáticos

religiosos, intolerantes…); para promover

rebeliones orangistas (los españoles masacran a

los pueblos con los que se relacionan y así lo han

hecho en América); para demostrar la supremacía

de Francia y la ilustración francesa (los españoles

son atrasados e ignorantes y no sirven para las

ciencias, y nosotros, los ilustrados franceses,

vamos a ir a salvarlos de su indigencia mental);

para demostrar lo estupendo que es el liberalismo

anglosajón y germánico (los españoles no tienen

talento para el comercio, ni para el dinero;

además no les gusta trabajar y tienen una actitud

aventurera e irresponsable ante la vida) y

etcétera, etcétera.

Nadie parece interesado en hacer una

lectura atenta y, digámoslo en términos posmo-

dernos, deconstructiva de

Max Weber

y su

La ética

protestante

y el espíritu del capitalismo, producto

de haber establecido y aceptado unas premisas

para el desarrollo de la historia de Europa que son

no falsas completamente, sino algo mucho peor,

parcialmente verdaderas y encubridoras de otras

verdades más profundas. Porque la leyenda negra

está mucho más en lo que se tapa (la ley del

silencio) que en lo que se dice.

Con el organigrama mental y moral tejido

en torno a la leyenda negra vivimos y convivimos

cada día, sin tener consciencia del trampantojo

que subyace en sus cimientos. Pondremos un

ejemplo de hace tres días, de mi libro de texto .

Contexto: clase de literatura, introducción al

barroco, primero de bachillerato, primera hora de

la mañana, martes. Y leemos:

La leyenda negra está mucho

más en lo que se tapa (la ley del

silencio) que en lo que se dice.

22

TROA

SL

A FONDO

María Elvira Roca Barea

acomete con rigor en

Imperiofobia

y leyenda negra

la cuestión de delimitar las ideas de imperio y

leyenda negra, centrándose en los casos de Rusia, Estados Unidos

y, sobre todo, del imperio español. Un ensayo necesario que

levanta siglos de propaganda y que ya ha alcanzado la séptima

edición.