- Editorial: NOWBOOKS
- Año de edición: 2016
- Materia: Filosofía. Generalidades
- ISBN: 978-84-16245-30-7
- Páginas: 178
- Encuadernación: Rústica
- Colección: Fuera De Coleccion
- Idioma: Español
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Cuando digo no, estoy presente, siento que existo. Para decir no, tomo distancia de los demás, me doy cuenta de que soy singular, de que no soy un clon social, una reproducción en miniatura del diseño industrial de la opinión pública.
En su nuevo libro Francesc Torralba saca a la luz, un nuevo texto dentro de su prolija producción ensayística. En este caso el título es más comercial que esclarecedor de lo que encontraremos en sus páginas: un espléndido ensayo desde la perspectiva antropológica de la libertad, de ahí el subtítulo: la sabiduría que libera. Que no tema, sin embargo, el lector. Estamos ante un ensayo de antropología aplicada a la vida que vivimos todos, todos los días. De amena lectura, sencillo pero certero en la expresión,
Torralba -incuestionable pensador, filósofo, escritor, profesor y comprometido con el humanismo actual-, orienta su obra hacia la antropología filosófica y la ética. Enmarcado en el personalismo contemporáneo, plantea un análisis de las cuestiones centrales de la existencia humana (el sufrimiento, el silencio, la muerte, Dios, el sentido, la libertad
) desde una perspectiva filosófica, que trata de integrar la riqueza de la herencia judeocristiana y las corrientes filosóficas modernas y contemporáneas.
De esta manera reivindica el lugar que la filosofía tiene como arte de vivir hoy. Podría decirse que sus libros, y éste en particular, curan la enfermedad del manual de autoayuda y, de paso, ayuda a deconstruir los ídolos de la postmodernidad en la que nos debatimos diariamente.
El niño es fuente permanente de deseos. Cuando los educadores ceden y le conceden el objeto deseado, experimenta una felicidad efímera, interrumpida por la pujanza de un nuevo deseo
No se puede explicar mejor el hábitat consumista que respiran educandos y educadores, el liquido amniótico del útero mercantil en el que viven
y vivimos.
Es cierto que Torralba provoca, interpela, pero, como él mismo dice, No escribo para ganar acólitos. Escribo para esclarecer mis pensamientos.
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