LUIS SOLANO
SL
TROA
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buenos (entretenidos, conmovedores y que enriquezcan
nuestra visión del mundo) y tienen que ser variados (ya
sea por la lengua en la que estuvieron escritos, la temáti-
ca, la ambientación, etc.).
Catálogo variado en estilos y países de
origen, pero ¿cuáles son los libros que recuerdas con
más cariño, los que te han aportado mayores
alegrías como editor?
Todos los libros del catálogo son importantes, todos me
entusiasman. Los dos que más alegrías me han dado,
sobre todo porque las dieron al principio cuando más
falta hacía son
El quinto en discordia
de Robertson Davies
y
El maestro Juan Martínez que estaba allí
de Manuel
Chaves Nogales.
¿Qué libros o autores te hubiese gustado
editar, y cuáles los fetiches en cartera con los que te
gustaría completar tu colección de joyas literarias
en un futuro ?
Me hubiera encantado editar
Léxico familiar
de Natalia
Ginzburg o
Regreso a la tierra
de JimHarrison, autores que
creo merecerían muchos más lectores de los que han
tenido hasta ahora. El año que viene publicaremos dos
autores estadounidenses relativamente jóvenes que
están llamados a ser de los mejores de su generación:
Gary Shteyngart y Nickolas Butler.
Asteroide está más volcado en la recupera-
ción de grandes obras internacionales, pero ¿qué
piensas del panorama narrativo nacional? ¿Y del
internacional? ¿Botella medio llena o media vacía?
Porque muchos hablan de atonía, de falta de inte-
lectuales de talla o grandes narradores de nuestro
tiempo.
Creo que hoy, igual que siempre, se escriben y publican
libros buenos, malos y regulares. Lo que sucede es que de
lo que más se habla, y por tanto lo que más se vende, no
es necesariamente lo mejor. El que los mejores libros no
sean los que lleguen con más fuerza al lector creo que es
lo que hace que tengamos la percepción de que los libros
ya no son lo que eran.
Y la crisis, esa que siempre fue compañera de
este sector, y que ahora muestra fieros los dientes,
con caídas y cierres, compras y fusiones de grandes
grupos ¿Cómo lo vives como editor independiente?
Lo que más me preocupa es la crisis de tiempo de lectura.
Creo que la hiperconexión y la multiplicidad de formas de
acceso a la red resta tiempo y capacidad de atención, y
que la lectura se resiente por ello.
La otra crisis, la que provoca estas megafusiones y esta
uniformidad en el mercado, me preocupa menos. Me
preocupa mucho como ciudadano, pero como editor
menos: yo pienso que una editorial como la nuestra la
puede capear mejor, porque realmente nosotros hace-
mos libros que se leen, es decir, libros para lectores para
quienes la lectura es un hábito, no hacemos libros para
lectores ocasionales, que es el tipo de lector que está
desapareciendo con la crisis.
Y las librerías, el eslabón que más combate
por seguir cumpliendo con su labor social y cultural.
Tantas palabras: reconversiones, modernidad desde
los viejos valores y lo humano, los acuerdos trans-
versales, nuevos espacios… ¿Seremos leyendas en
lo digital o hay recorrido a largo plazo, cómo ves las
librerías del futuro?
Yo creo que, si sabemos cuidarlas manteniendo las medi-
das legales y administrativas que reconozcan su labor
fundamental en la difusión de la cultura, tienen todo el
futuro del mundo. Y este futuro pasa seguramente por
consolidar o incrementar su labor prescriptora, es decir,
por conseguir que los clientes repitan, que vuelvan a la
librería porque saben que es el lugar en donde les ayuda-
rán a descubrir los mejores libros. Yo viajo bastante por
España y me alegra ver que el tejido librero se renueva y
que los librerías que van surgiendo son muchas veces
mejores que algunas librerías que lamentablemente han
tenido que cerrar.
Y para terminar, un canto a los libros, a la
lectura: ¿cómo animaría Luis Solano a alguien a
valorar la importancia de los libros, de todo este
mundo mágico de bellas letras, artesanía, historias,
sentimientos, conocimientos?
Yo animaría a todo aquel que se haya sentido alguna vez
en su vida transportado y conmovido por la lectura, pero
que después lo haya dejado porque no ha vuelto a encon-
trar ese placer que hace de la lectura algo tan especial, a
que volviese a una librería y se dejase aconsejar por un
buen librero, que ya verá como vuelve a engancharse. Le
diría además que el problema no es que no le guste leer,
el problema es que no le gusta leer libros malos.