Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  42 / 56 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 42 / 56 Next Page
Page Background

L

os ateísmos que vieron la luz en el

siglo XIX eran en su mayoría radical-

mente optimistas: prometían la

felicidad al hombre que se sacudía el

yugo de Dios, bien por el advenimiento

de un hombre de superior categoría

(Nietzsche), del paraíso comunista

(Marx), o de la ciencia que traería el

bienestar (Comte). El siglo XX trajo

consigo el desengaño doloroso de los

dos primeros. Nietzsche fue el principal

inspirador del nazismo, y Marx de los

opresores regímenes comunistas. Los

ateísmos nacidos en el siglo XX fueron

en cambio, con la experiencia de las

guerras mundiales, profundamente

pesimistas, especialmente el existencia-

lismo, para el que el hombre estaba

abocado a la angustia (Heidegger), o era

una libertad sin sentido que condenaba

al hombre a vivir una pasión inútil

(Sartre).

Queda la confianza en que la ciencia y

la técnica nos conseguirán para todos el

bienestar total que es la clave de la

felicidad. Ahora bien, ¿es así? La

respuesta a la pregunta puede tener un

importante desenfoque, pues

la

verdadera cuestión no es si es utópico o

no el logro del bienestar total, sino si

verdaderamente es la clave de la

felicidad.

Hoy tienen mucha difusión

estudios sobre qué países tienen la

mayor cota de felicidad, pero en

realidad los baremos utilizados son los

de satisfacción por el grado de bienes-

tar que se disfruta en ellos. Y los

resultados son chocantes, pues resulta

que algunos de los países más felices

figuran también en un lugar destacado

en el número de suicidios. A la vez,

cuando alguien de nuestras avanzadas

y supuestamente felices sociedades

viaja a lugares del tercer mundo

especialmente pobres, sus testimonios

suelen coincidir en la sorpresa que

causa ver lo alegre que es la gente: “¡no

tienen nada y viven felices…!”. El

contraste con las caras que uno ve por

las calles de las metrópolis del privile-

giado primer mundo es llamativo y es

impactante. Es obvio que algo falla en

esta esperanza del mundo del bienes-

tar.

En realidad, el bienestar y su búsqueda

no son algo malo, pero si se sitúan

como la meta del vivir el precio que

piden se vuelve excesivamente alto: la

convivencia humana. Ninguno somos

perfectos; y, aunque lo fuéramos, la

amistad y la convivencia exigen sacrifi-

cios y molestias que hay que asumir, de

forma que se acaban rompiendo si no

se está dispuesto a hacerlo. Pensar en

un amor idílico, que durante toda la

vida solo proporciona satisfacciones, es

un sueño propio de la adolescencia,

cuando todavía se conoce poco la

realidad. Pero lo que sucede cuando

llega el desengaño, dentro de este

modo de pensar, no es aprender la

lección y estar dispuesto a sobrellevar

las cargas del amor, sino considerar

Libros para la

esperanza

Julio de la Vega-Hazas

La señora Mike

Nancy y Benedict Freedman

Palabra

432 págs. 19,90 €

La comedia humana

William Saroyan

Acantilado

210 págs. 15,00 €

Llenaré tus días de vida

Anne-Dauphine Julliand

Booket

256 págs. 7,95 €

SL

PARA PENSAR

48

TROA