orejas ardién-
dole y el pelo
caído por la
cara, leyendo
y leyendo,
olvidado del
mundo y sin
darse cuenta
de que tenía
hambre o se
estaba
quedando
helado […].
Quien no haya
leído en
secreto a la
luz de una
linterna, bajo
la manta […].
Quien no haya
llorado abierta
o disimulada-
mente lágrimas amargas, porque una
historia maravillosa acababa y había
que decir adiós a personajes con los
que había corrido tantas aventuras […]
no podrá entender.
Matices sobre la bondad
de la lectura
Pocas veces hace daño la lectura. A un
joven le puede hacer daño un libro
terrorista o demasiado ideológico o
demasiado erótico o demasiado triste.
Fuera de esto la lectura es siempre
beneficiosa.
Es verdad que, como en todo, hace falta
un poco de medida y equilibrio. La
lectura puede convertirse en vicio
cuando se desata la avidez incontrolada
y se lee por leer, sin que alimente el
espíritu, ni haya espacio para la medita-
ción personal, pero no es frecuente.
También hay que tener un poco de
cuidado porque los grandes lectores
suelen leer en la cama y robando horas,
a veces muchas, al sueño. No vaya a
suceder como al Quijote: “Él se enfrascó
tanto en su lectura que se le pasaban
las noches leyendo de claro en claro, y
los días de turbio en turbio; y así del
poco dormir y del mucho leer se le secó
el cerebro, de manera que vino a
perder el juicio” .
La lectura abre al saber, que es mucho,
pero no lo es todo. Las personas no se
hacen buenas solo leyendo. Es un
fuerte testimonio en ese sentido el del
gran crítico literario y también gran
lector George Steiner, recordando los
campos de concentración nazis: “La
educación, la cultura filosófica, literaria,
musical, no lograron impedir el horror.
Buchenwald está a algunos kilómetros
del jardín de Goethe. Al final de mi vida,
ésa es mi pesadilla. […] Las bibliotecas,
los museos, los teatros, las universida-
des, pueden prosperar perfectamente a
la sombra de los campos de concentra-
ción. Ahora lo comprendemos: la
cultura no nos vuelve más humanos.
Incluso puede insensibilizarnos a la
miseria humana” y en otro momento:
“Era posible escuchar Schubert a la
noche y
torturar a un
ser humano
la mañana
siguiente”.
Quizá Steiner
usa aquí un
concepto de
cultura un
poco restrin-
gido.
La
verdadera
cultura es la
que cultiva
la persona. y
en ella están
incluidas las
virtudes,
como
consideraba
el humanis-
mo clásico.
Y la virtud más central de la
personalidad humana es la justicia o la
honradez. Ninguna actividad buena en
sí misma hace a las personas buenas
sin el cultivo personal de la justicia y de
la honestidad. Ni el trabajo, ni el arte, ni
la lectura. Todo puede ayudar, pero no
es lo mismo. La lectura puede ayudar al
saber, pero solo el ejercicio honesto de
la propia libertad hacen a las personas
justas. Esto no quita valor al importante
papel de la lectura en la formación de
una persona, pero lo pone en su sitio.
La iniciación a la lectura
Y ¿cómo interesar a la gente joven por
la lectura? Existe toda una sección de
las ciencias pedagógicas especializada
en este punto, con mucha bibliografía
sobre la iniciación en la infancia o en la
educación primaria. También hay
muchos consejos sensatos en distintos
foros o colgados en las bibliotecas
públicas, donde se dice, entre otras
cosas, que
los mejores iniciadores son
los padres, cuando saben leer
SL
A FONDO
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TROA