un montón. Hasta Almudena que no
conocía a nadie se animó a hablar sobre
algunas de las cuestiones que surgieron
en la conversación. Manos levantadas,
diferentes maneras de sentarse en un
mismo sillón, diferentes formas de
expresarse, diferentes ópticas desde las
que ver una misma cosa.
Aquello parecía una escuela de
diálogo a la vez que un club de debate al
mismo tiempo que una reunión de amigas
y… me imaginé a aquellas mismas niñas
pasados 20 años, pero no hizo falta
porque recordé la primera vez que mi
amiga Sonsoles me invitó a un libro fórum
de amigas….
Tenía que hablar brevemente (fue
una autoimposición, no una obligación)
sobre los beneficios de la lectura en las
familias. Se me ocurrió dar cuatro claves:
evasión, formación, ejemplo e imagina-
ción. Pasé más tiempo intentando dar con
una palabra que me sirviera para memori-
zarlas que preparando la exposición. No
encontré la “SOPA” que alguien utilizaba
para hablar de lo que importa en una
familia: S..erenidad, O…rden, P…untuali-
dad y A…legría. A mí sólo se me ocurrían
cosas inconexas: “EleFEntI”, “EsFIngE”,
“EIFfEl”. Nada, no se me ocurría nada que
no me liara más la manta y decidí apun-
tarme las cuatro palabras en una cuartilla.
Evasión
Cuando leemos paramos el reloj y le
ganamos tiempo a la vida o vida al
tiempo. Uno de los principales inconve-
nientes que se nos plantea es de dónde
sacar tiempo para leer. La solución es
convertirlo en una verdadera afición y si
es común con alguien (mujer, marido,
hijos, amigos) ayuda. Aunque se compar-
ta, leer es como salir a correr, podemos
compartir la afición e incluso correr con
alguien pero las zancadas las da uno solo.
Decía
Luis Solano
, fundador de Libros del
Asteroide, que leer un libro en papel es
una de las pocas maneras que tiene una
persona de estar sola, de aislarse del
mundo, de desconectar en un mundo
hiperconectado. Solo en ese estado de
trance, de ensimismamiento, es cuando
las historias pueden arar en profundidad
el interior de una persona
Formación
La lectura hace que aumentemos
nuestro vocabulario y nos expresemos
mejor. Es importante la calidad y no tanto
la cantidad. La calidad es muy importante
cuando se lee en cantidad. Basta hacer el
paralelismo con la gastronomía. Si la
lectura es un alimento del intelecto habrá
que procurar que sea equilibrado y sano,
en el caso de jóvenes o pequeños lectores
hay que saber maridar los clásicos
(Alfaguara ha lanzado una edición
preciosa y a buen precio de
Momo
) con
lecturas más modernas (
El asombroso
legado de Daniel Kurka
, de
Mónica Rodrí-
guez
, publicado por Gran Angular de SM),
para evitar caer en la “obesidad intelec-
tual”: mucha grasa y poco músculo. Una
buena manera de dar con la dieta
adecuada es acudir a un dietista: alguien
que sepamos que sabe o alguien a quien
admiremos por ser buena persona,
seguro que lee mucho y bueno. Gracias a
un amigo descubrí hace unas semanas un
relato que cuenta ya con más de 20
ediciones y más de 67.000 ejemplares
vendidos.
Háblame del sol
, de
Ángel
LITERATURA INFANTIL
SL