privadas y públicas, se han enseñado – y
deberían seguir enseñándose- en la escuela y
son referidos como “clásicos”. También
forman parte de esta categoría los libros
actuales inspirados en esta tradición.
Hay muchas maneras de saber cuáles
son estos libros, más allá de la propia
experiencia lectora: muchos otros libros que
los aconsejan o citan, cánones seguidos en
ambientes académicos de renombre y, sobre
todo, opiniones de libreros expertos en los
que podemos depositar nuestra confianza.
Pautas para escoger
Sin pretender entrar en ninguna de
estas categorías, me limitaré a continuación
a ofrecer unas breves pautas que, a lo mejor,
podrían serles útiles.
Empecemos por considerar
el
regalo-libro no personalizado
, aquel que
suele estar a la vista en las estanterías de
cualquier casa: me refiero a diccionarios,
enciclopedias, atlas, guías, libros de arte y de
cocina, ediciones especiales de clásicos.
Estos libros suelen comprarse con indepen-
dencia de su precio, lo que demuestra sin
duda alguna aprecio o, al menos, ganas de
quedar bien. Es verdad que algunos de ellos
– especialmente los diccionarios y las
enciclopedias - han sido reemplazados en la
tarea diaria por los formatos electrónicos,
mucho más prácticos que los impresos. Pero
siguen siendo un valor seguro, aunque sea
como meros objetos. Recuerdo a este
propósito a una amiga mía, quien siempre
regalaba a los recién casados el
Diccionario
de uso del español
de
María Moliner
.
Pensaba que, al menos, era un buen título
para empezar a rellenar las estanterías
vacías de un salón. Con estos libros, además,
uno no corre el peligro de tener que
contestar a la pregunta: ¿lo leíste? o ¿qué te
pareció? Tampoco puede caer en la trampa
en la que cayó el hijo de mi amiga francófila.
Hoy día hay una variedad abundante de este
tipo de libros: los ofrecen librerías especiali-
zadas, museos, organismos públicos o
privados. Son libros especialmente bellos,
desde la cubierta hasta la última página:
ilustraciones maravillosas, una tipografía
fuera de lo común, una maquetación
cuidadosísima. Otra idea es acudir a librerías
de viejo y hacernos con un ejemplar raro.
Hay sorpresas extraordinarias. Yo compré
por casualidad la obra de una autora que
estaba estudiando y me encontré en la
primera página con una dedicatoria de su
puño y letra. Aunque no fuera dirigida a mí,
me emocionó muchísimo. Lo consideré, a lo
mejor ingenuamente, como un mensaje más
allá del tiempo.
La segunda opción es
personalizar el
regalo-libro
. De nuevo se nos abren dos
posibilidades: elegir en función de nosotros
mismos o elegir en función de la persona a la
que le vamos a ofrecer el libro. En el primer
caso, además de regalar, pensemos en que
vamos a compartir e intercambiar. Elijamos
pues un libro que nos haya gustado de
verdad y no dejemos de explicar a la otra
persona el porqué de nuestra elección, lo
que más nos ha impresionado y cómo lo
hemos disfrutado.
«La lectura sana es la
gimnasia de la inteligen-
cia.» André Maurois
Para elegir en función de la persona a
la que vamos a regalar el libro debemos
esforzarnos en conocer algo de sus intere-
ses, gustos o hobbies. Una persona a la que
le gusta la historia, por ejemplo, disfrutará
sin lugar a dudas con una buena monografía
reciente sobre la Primera Guerra Mundial o
una buena biografía de un gran personaje.
Huyan de lo demasiado evidente: a un
amante de los viajes, mejor que una guía
turística, ofrézcanle la narración de un viaje
realizado por un escritor clásico – casi todos
se han paseado por el mundo en un
momento u otro de su vida- o la reedición de
uno de los libros de los grandes navegantes
o descubridores.
Nada ni nadie les impide que sean
atrevidos y elegir un libro sólo atraídos por el
color de su cubierta o el título o el nombre
del autor que desconocía por completo. En
este caso es muy posible que el libro no
guste demasiado, pero ustedes podrán
defenderse argumentando que lo habrían
elegido para ustedes mismos por las mismas
razones.
Una buena elección para los niños
Sin ánimo de desalentarles, me
gustaría advertirles, por último, de la gran
responsabilidad que entraña regalar libros a
los niños. Ahí también, estamos en una
verdadera jungla, en la que las hojas
brillantes esconden, no en pocas ocasiones,
verdaderas trampas. La imaginación de los
niños es extraordinaria y su capacidad de
absorción de ideas, pensamientos,
sentimientos, valores, prácticamente infinita.
En el caso de los niños, para elegir bien, hay
que conocer mínimamente al niño y dejarse
guiar. Tanto los buenos bibliotecarios como
los buenos libreros han sido, desde un
comienzo, grandes lectores y avispados
conocedores del patrimonio literario
nacional y universal. Con su ayuda, podrán
encontrar el libro que gustará a los peque-
ños y sobre todo les ayudará a llegar a ser
grandes amantes de la lectura, sana
gimnasia de la inteligencia, como la llamaba
André Maurois
.
¡Mucha suerte con sus compras navideñas!
A FONDO
SL