diferentes egoísmos. El lenguaje mismo
del libro es (…) transparente merced al
pensamiento del autor que lo ha aligerado
de todo lo accesorio hasta conseguir una
imagen fiel. Es la más noble y ennoblece-
dora de las distracciones, ya que única-
mente la lectura y la sabiduría proporcio-
nan los buenos modales de la inteligen-
cia».
«Leer nos hace vivir muchas vidas
diferentes en todos los mundos
posibles»
Todos los mundos posibles se dan
cita ante el lector. Quienes adquirieron en
la infancia o en la juventud un amor a los
libros que les acompañará hasta la
ancianidad, son personas que viven
muchas vidas. Expanden y enriquecen la
suya al entreverarla con la de otros. Su
inteligencia crece, su imaginación se
agranda. Se pasean por los vericuetos de
la historia, por los laberintos de la ciencia,
por las maravillas de la ficción. Tienen una
mente educada que les torna capaces de
plantearse alternativas inéditas y recorrer
sendas inexploradas.
Gracias a esos objetos materialmen-
te mínimos que son los libros, el lector
elige sus interlocutores entre las cabezas
más lúcidas y sensibles de la humanidad.
En algo tan pequeño, ¡cuántas ideas
encontrará, cuántas vivencias podrá
incorporar, qué placeres más limpios y
fuertes le están reservados!
Los mejores libros son aquellos
cuya lectura nos capacita para entender-
los. Al pasar atentamente, amorosamen-
te, por las páginas de un buen libro, es el
libro el que pasa por nosotros. Y allí, en
el hondón del alma, deja su huella. Es un
légamo fecundo, que acrece y potencia la
propia vida. Y el libro que cumple mejor
todas esas condiciones es, según
MacIntyre
, la Biblia.
«La lectura y la vida no se oponen»
La lectura y la vida no se oponen
entre sí. Escuchamos a veces la llamada
de atención del hombre pragmático: ¡Ya
está bien de leer, es hora de vivir! Como
si el ejercicio de las más elevadas
facultades de la mente no fuera la forma
más alta de vida: esa que
Aristóteles
llamó «vida teorética». La verdad es que
el pensamiento y la imaginación nos
revelan un horizonte de fulgores
insospechados y sorprendentes. Mientras
que la pura vitalidad es mera agitación,
sometida al principio de inercia.
«Leer nos hace libres»
Una educación que prescinda de los
libros, y todo lo fíe a las nuevas tecnolo-
gías y al activismo, es una mala educa-
ción. Frente al riesgo de una instrucción
postliteraria, al observar que la afición a
la lectura desciende alarmantemente
entre los jóvenes, es preciso difundir con
toda el alma el amor a los libros. Porque
los libros son el cauce ordinario y común
de la vida del espíritu.
Donde está la libertad, allí están los
libros. No olvidemos que todas las formas
de totalitarismo han tratado de suprimir la
afición a la lectura, , según anunciaron en
sus relatos autores tan lúcidos como
Huxley
,
Bradbury
y
Orwell
en
Un mundo
feliz
,
Farenheit
y
1984
; o la han reducido a
una sola posibilidad, como sucedió con la
imposición en China de
El libro rojo
de
Mao
. Mientras nos quede la palabra, habrá
al menos un rescoldo de libertad. El mejor
antídoto contra la violencia es la pasión
por la lectura.
¿Hay placer más sereno y enriquece-
dor que ir desgranando las palabras de un
libro, adentrarse en su argumentación,
dejarse llevar por su trama, enriquecerse
con la belleza de su lenguaje? Sin embargo,
son pocos los que gastan diariamente algo
de su tiempo en la aventura de dialogar
con amigos callados que nos cuentan una
historia, nos exponen sus pensamientos o
ayudan a encaminar nuestra vida por una
senda prometedora.
«Lecturas de calidad más que lecturas
comerciales»
No me creo las estadísticas oficiales
que, contra toda evidencia, nos aseguran
que leemos ahora más que hace unos
“Una educación
que prescinda de los libros,
y todo lo fíe
a las nuevas tecnologías
y al activismo,
es una mala educación.”
SL
A FONDO
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TROA