Detectives Ingleses
«Tener un
buen listado de
novela inglesa
de detectives
es posible: se
la dará su
librero.»
Enrique Redel
Fundador y editor de
Impedimenta
¿Q
ué es lo que hace a una
novela de detectives una buena novela
de detectives? ¿Se puede hacer un
listado? Parece que, si uno alberga
dudas sobre este particular, lo mejor es
que le pregunte a un inglés. Y no solo
porque fueron los ingleses los que
“crearon” este género (con
La piedra
lunar
, de
Wilkie Collins
, considerada la
primera novela de detectives de la
historia), o porque el más famoso
detective de todos los tiempos, Sherlock
Holmes, sea un caballero inglés por los
cuatro costados, sino sobre todo porque
si uno se imagina a un verdadero
sabueso que ha nacido para resolver (a
su pesar, naturalmente) crímenes a
puerta cerrada, difícil es que no lo
situemos bajo el smog londinense, o
trotando por las campiñas inglesas,
saltando de vicaría en vicaría, o
recorriendo incansable los pasillos de un
college en Oxford.
Para socorrernos, contaremos
con el criterio del reverendo
Ronald
Knox
, que además de clérigo era escritor
de novelas policíacas, y un verdadero
experto en la materia, quien, en 1930,
publicó un decálogo sobre las reglas del
género, en pleno auge de la llamada
“Edad de Oro de las novelas de crímenes
inglesas”. Entre otras cosas, para
Knox
,
en toda buena novela de detectives, el
criminal debe ser alguien mencionado
en las primeras páginas, pero cuyos
pensamientos íntimos se nos hurten en
gran medida; el sabueso jamás podrá
presentar pistas que el lector no tenga él
mismo delante de sus propias narices; y
en cuanto al inevitable amigo ligeramen-
te estúpido del detective (el “Watson”
que no puede faltar en cualquier buena
historia de crímenes) debe poseer una
inteligencia justita, solo comparable a la
del propio lector; y, claro está, el propio
detective no puede ser también el
asesino. Además, apunta que, en
ninguna buena novela de crímenes
puede aparecer un personaje chino.
Muchos son los ejemplos de
buenas novelas inglesas clásicas que
uno puede encontrar en estos momen-
tos en las librerías. Podemos decir, de
hecho, que vivimos una Nueva Edad de
Oro Detectivesca, en lo que a novedades
policíacas se refiere. Novelas en las que
nunca faltará una buena mansión
señorial con una viuda, un coronel
retirado y un mayordomo, un cottage
transformado en pub rural y un sabueso
dispuesto a desenterrar todos los
cadáveres o remover todas las tumbas
que haga falta con tal de resolver el
misterio.
Inevitable hablar, en este sentido,
de dos grandes “damas del crimen”:
Agatha Christie
, la madre de Hércules
Poirot y Miss Marple, o de
Dorothy L.
Sayers
, creadora de Lord Peter Wimsey,
perfecta mezcla de Fred Astaire y Bertie
Wooster, si no fuera porque las “grandes
damas” son cuatro en realidad, pues
debemos añadir a la lista a
Ngaio Marsh
,
a cuya pluma debemos el caballeresco
inspector de la policía metropolitana
Roderick Alleyn, y sobre todo a la gran
Margery Allingham
y sus novelas
protagonizadas por el aristocrático
aventurero Albert Campion, supuesto
descendiente en línea directa de la
realeza británica y aficionado a la buena
vida en la costa azul. Su última novela
publicada en España es la soberbia
El
signo del miedo
, editada el pasado otoño
en Impedimenta. Una novela que se
añade en este catálogo, en el que la
presencia de lo policíaco es notable, a las
aventuras de otro insigne y excéntrico
detective, el sarcástico Gervase Fen,
profesor de Oxford y detective aficiona-
do creado por
Edmund Crispin
, del que
se han editado ya seis títulos en nuestro
país, desde las divertidísimas
La
juguetería errante
(un título que se ha
convertido en uno de los más exitosos
de la editorial, con cerca de 10.000
ejemplares vendidos) o
Trabajos de amor
ensangrentados
, a la última,
Asesinato en
la catedral
, que va ya por la tercera
edición.
Así que la respuesta a si es posible
hacer un buen listado de buena
literatura inglesa de detectives, la
respuesta es evidente: se lo dará su
librero.
SL
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