M
elissa Ohden nos
cuenta su nacimiento y adopción
en una zona rural de los Estados
Unidos, su infancia feliz con sus
padres adoptivos y sus herma-
nos, y de repente, recién iniciada
la adolescencia, la catástrofe: la
noticia de que fue superviviente
del aborto.
Al lector tal vez le
sorprenda saber que algunos
bebés sobreviven al proceso del
aborto. Para Melissa, el impacto
resultó devastador.
Siempre fui
parte de ti
nos enseña cómo llegó
por fin a la aceptación y el
perdón.
En un primer momento,
Melissa busca consuelo en su
madre adoptiva, en su fe, en los
libros, la música y la naturaleza.
Pero muy pronto, al cumplir esa
edad tan difícil de los quince
años, y debido a su personalidad
más bien reservada, cae en la
anorexia, la bulimia, el alcohol y
el sexo. Cuando por fin toca
fondo, y comprende que ha de
salir de su situación, tiene
recursos: de nuevo, la familia y la
fe, junto con la entrega a los
demás, la sacan de su noche
oscura.
Entre los libros que la
ayudan están
El largo camino
hacia la libertad
, de
Nelson
Mandela
, y
El color púrpura
, de
Alice Walker
. De esta última
autora se queda con una frase:
“Qué cosa más sencilla me parece
que, para conocernos tal como
somos, necesitemos conocer el
nombre de nuestra madre”.
Fue en el primer año de
carrera cuando comprendió que
su historia producía rechazo. “El
aborto a demanda era el santo
grial de la ideología feminista que
defendían mis compañeras;
cualquier cosa que cuestionase
su justicia esencial debía ser
suprimida”. Pero ella, en efecto,
necesitaba conocer sus orígenes.
Necesitaba comprender qué
había llevado a su madre a
intentar acabar con ella. Intenta-
ba ponerse en su lugar, imaginar
su sufrimiento. Se preguntaba si
su madre sabía siquiera que ella
vivía.
Aquella época coincidió
con los comienzos del internet
como parte de la vida cotidiana;
ya existían foros que le brindaban
ayuda. Pero no resultaba fácil; la
búsqueda se desarrollaba muy
lentamente. Mientras tanto,
Melissa terminó los estudios,
encontró trabajo, se enamoró y
se casó. Y entró en contacto,
como tantísimas mujeres en los
Estados Unidos, con la organiza-
ción Planned Parenthood, que le
ofrecía tratamientos anticoncepti-
vos. Para ella, no era más que
una organización de ayuda a las
mujeres. Cuando un día supo la
verdad, que era un negocio
abortista, su vida dio un giro.
Poco a poco, Melissa iba
encontrando pistas y datos de su
familia biológica. Y tras doce años
de búsqueda, llegaron a sus
manos los documentos hospitala-
rios referentes a su nacimiento. A
su madre se le practicó un
procedimiento por el que se
sustituye el líquido amniótico con
solución salina, produciendo la
muerte del niño. En este caso, la
niña nació viva, pasados cinco
días. “El impacto de lo que leía me
abrumó y sollocé largo tiempo.
Lloraba por esa recién nacida que
era yo, pero también por mi
madre. ¿Qué horrores soportó
durante esos cinco días? Yo,
naturalmente, no recordaba lo
que me ocurrió, pero seguro que
ella jamás lo olvidaría”.
Melissa encuentra por fin
a su familia biológica; pero
también descubre algo muchísi-
mo más importante: “Mi
verdadera identidad no provenía
de mis padres biológicos, sino de
mi Creador. Era hija de Dios, y eso
significaba que siempre, en todo
momento, fui una hija querida”.
Su historia la llevó a
luchar activamente por los
derechos de la mujer y del no
nacido, colaborando con
Feminists for Life. Se ha converti-
do en el rostro de los supervivien-
tes del aborto, haciendo suya
esta frase de
John Henry
Newman
: “Dios me ha creado
para que cumpla para él un
determinado servicio, una tarea
que no ha confiado a ninguna
otra
persona”.SL
TESTIMONIO
20 FUNDACIÓN
TROA
Siempre fui
parte de ti
Melissa Ohden
En el empeño por conocer libros
recomendables por su alto
contenido en valores, la Funda-
ción Troa destaca esta obra que
hace pensar.
Valor, testimonio
y literatura
Fundadora de Abortion Survivors
Network. Lincenciada en Trabajo
Social, es experta en salud
mental, cuidado de la infancia y
lucha contra la violencia
doméstica y las drogas.
MELISSA OHDEN
Un impresionante testimonio
de perdón
“Mi verdadera
identidad no
provenía de mis
padres biológicos,
sino de mi Crea-
dor. Era hija de
Dios, y eso
significaba que
siempre, en todo
momento, fui una
hija querida”.
Rialp |
160 págs | 15,00 €