«Los libros
son la riqueza
atesorada del
mundo y la
adecuada
herencia de
generaciones
y naciones.»
Nuestra idea (la mía y la de
Pilar Adón, mi socia y compañera) era
“publicar lo más valioso de la
literatura clásica y moderna, en
ediciones que nos satisficieran a
nosotros en tanto lectores exigentes”.
Y para ello, invocamos a Henry David
Thoreau, que en
Walden
dijo algo que
nos resultaba revelador: “Los libros
son la riqueza atesorada del mundo y
la adecuada herencia de generacio-
nes y naciones. Sus autores son la
aristocracia natural e irresistible de
cualquier sociedad y ejercen en la
humanidad una influencia mayor que
dor, probablemente la mejor
comedia inglesa que había leído en
mi vida. Era de una autora completa-
mente desconocida en España,
Stella
Gibbons
, y me apresuré a contratarla,
y se la recomendé a libreros y
lectores casi como si fuera un consejo
personal. Su título era
La hija de
Robert Poste
. Un libro que llevaba
setenta años siendo un longseller en
el Reino Unido, y que en España
vendió cerca de 50.000 ejemplares,
atrayendo a los amantes de la mejor
literatura inglesa moderna. Y
descubriríamos a
Penelope Fitzge-
rald
, autora de
La librería
,
La flor azul
e
Inocencia
. Y verteríamos al castella-
no la obra del rumano Mircea
Cartarescu, un auténtico monstruo de
las letras europeas a la altura de
Kundera, Kafka o Rilke. Y publicaría-
mos a
Edmund Crispin
y sus
divertidas novelas detectivescas
ambientadas en Oxford, entre las que
destaca
La juguetería errante
. Y a Philip
Larkin, Iris Murdoch, Kingsley Amis,
Alan Sillitoe, E. F. Benson, Jiri Kratoch-
vil, Georges Perec, y a Margaret
Drabble y los libros de la serie “Visita
nuestro museo” (Animalium, Botani-
cum…). Y los álbumes polares de
William Grill, y los cómics de Isabel
Greenberg.
Hace diez años éramos, cierto,
diez años más jóvenes. Pero tras una
década, creo que somos diez años
más sabios, y hemos tenido el lujo de
disfrutar de mucho tiempo para hacer
nuevos amigos, para
concitar nuevas
conexiones, para recomendar
nuevos genios, para abrir nuevos
caminos que no sabemos dónde nos
llevarán.
Porque editar libros es
justamente eso.
las de los reyes o emperado-
res”. Arrancamos con
autores clásicos: Stendhal,
Flaubert, Wharton… Pronto,
uno de nuestros libros se
destacó de entre los demás:
llevábamos pocos meses de
andadura, cuando
Botchan
,
la divertidísima novela de
juventud de
Natsume Soseki
(un autor, clave en las letras
niponas, que por entonces
estaba completamente
apartado de las mesas de
novedades), ganó el Premi
Llibreter, el premio de los
libreros de Cataluña al mejor
libro del año. Algo que nos
abrió las puertas a un
público lector curioso y de
amplias miras, que encontró
en nuestros libros (quisimos,
desde el principio, que
fueran de buena factura) una
propuesta interesante y
respetuosa con un canon
que queríamos hacer
nuestro.
Desde ese lejano (y la vez
paradójicamente cercano) otoño de
2007, nuestro catálogo se ha ido
enriqueciendo con nuevas propues-
tas, y hace no mucho publicamos
nuestro título número 200. En 2008,
año en que nos concedieron el
Premio Nacional de Edición, junto al
resto de compañeros de Contexto,
llegó a nuestras estanterías
Stanislaw
Lem
, un autor del que hemos tenido
el honor de publicar por primera vez
en traducción directa del polaco, su
obra maestra,
Solaris
. Poco después,
en 2010, en una librería londinense,
cayó en mis manos un libro encanta-
EDITORIAL IMPEDIMENTA
SL