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pensar que uno está haciéndolo mal. Y lo que

hay que pensar es: vamos a ver cómo puedo

hacerlo mejor. Creo que puede haber un

equilibro, cuando tienes un niño pequeño: un

día le lees un cuento, otro día te lo lee él en voz

alta, y otro día está media hora jugando en la

tableta con una aplicación que has buscado tú,

en la que esté practicando a juntar letras, a

hacer frases, a poner nombre por escrito a un

dibujo. Toda la vida han tenido mucho éxito los

libros en papel que traen pictogramas: el niño

necesita entender que el dibujo de una

naranja es la palabra naranja; aprender a

juntar adjetivos con el sustantivo que le

corresponde. Existe un universo enorme y muy

positivo de aplicaciones muy bien desarrolla-

das para favorecer el aprendizaje del niño.

Pero luego está el tema del tiempo. No

puedes aparcar a un niño una hora y media

delante de una aplicación solo por el hecho de

que sea una aplicación de letras, para

aprender a leer, porque el niño tiene una

capacidad de atención limitada.

NIÑOS POCO EMPÁTICOS

Si tan útil puede ser una aplicación para

aprender a leer, será porque a los niños les

resulta natural manejar una pantalla, al

menos a los de ahora, que son “nativos

digitales”…

No comparto ese término, que acuñó

Mark Prensky en 2001 para designar a los que

han nacido en una época conectada, y ha

llevado a concluir que los niños ya saben todo

eso. Pero los niños no saben relacionarse con

las pantallas. Mark Prensky dijo también que

había acabado el tiempo de procesar la

información en libros, que había empezado el

tiempo de procesar la información a través del

vídeo, que ya estábamos en generaciones

totalmente visuales. En esto no estoy al cien

por cien de acuerdo, pero no se equivoca del

todo.

Es muy típico oír a los que se dedican al

marketing que la gente no tiene tiempo para

leer, que quiere que le cuentes algo rápido,

cortito, y si es posible, visualmente. Pero al

vídeo le falta el contexto. Y lo que también está

demostrado es que la lectura es el medio de

aprendizaje que más impulsa la empatía. Ves

una película y no tienes que imaginarte nada.

En cambio, en la lectura está el contexto.

Cuando lees, tienes que imaginarte lo que

acompaña a las letras que estás viendo. Ya

sabes leer, sabes juntar una palabra con otra,

entiendes la frase, por el contenido entiendes

que la historia va de una chica que va a

descubrir un crimen, y el contexto que los

adultos te han ayudado a crear te permite

entender que la chica está asustada, que esto

no le ha pasado antes, que si tú estuvieras en

su misma situación estarías muerto de miedo.

Y nuestros niños son menos empáticos que

nunca.

YOUTUBE NO ES EL DEMONIO

¿Cómo dosificar el uso de las pantallas?

Hasta el año pasado, los pediatras

americanos decían: hasta los cinco años, cero

tiempo de pantalla. Ahora ya empiezan a

matizar. Hasta los dos años, por ejemplo, que

el tiempo de pantalla se limite a hacer Skype

con la abuela, si la abuela vive fuera. A partir

de los dos años, y hasta los cinco, dicen que

puedes darles un tiempo de pantalla que

tenga que ver con aprendizaje, algo lúdico e

interactivo, y supercontrolado en el tiempo: yo

te diría que media hora. Aunque en mi casa,

durante la semana no hay pantallas. Hay unas

normas: entre semana, ni videojuego, ni

tableta, ni tele. Y el rato que hay de tele,

conmigo, por ejemplo después de cenar,

viendo tráilers de películas, o vídeos de

programas que nos gustan, pelis antiguas...

En los talleres con padres, les pregunto:

¿qué ven los niños en YouTube? Pues Peppa

Pig, los dibujos que les gustan. Hasta los ocho

años, según un estudio de la Universidad

Autónoma de Barcelona y la Autónoma de

Madrid, sus costumbres tecnológicas tienen

que ver con sus pasiones. No ven cosas raras.

Si les gustan los legos, buscan cosas de legos;

si les gusta la Barbie, buscan cosas de Barbie. O

libros de Barbies.

Les digo a los padres: descárgate la app

de kids.youtube, la versión para niños donde

no hay vídeos raros, y ya tienes menos

probabilidades de que se encuentren con una

cerdita que no es la que tú quieres. Además

hay otra cosa. Si mi hijo está tres horas con el

Lego, a los expertos no les parece mal. Y nadie

me dice que si está tres horas con el Lego, no

hace deporte. En cambio, si estuviera tres

horas con YouTube, me dirían que YouTube es

el demonio. Pues no.

FORMAR CIUDADANOS DIGITALES

Ante tanta pantalla, y más que va a llegar,

y aunque el formato rey sea el vídeo, hay que

dejar de discutir si los niños tienen que leer en

papel o en pantalla, y desarrollar herramientas

para que lean, se les dé contexto, tengan

capacidad de poner en contexto lo que lean.

Este contexto tiene como elementos: uno, la

compañía activa del adulto cuando el niño es

muy pequeño; dos, la práctica: que lean, como

sea. Si es Wikipedia, pues ¡olé Wikipedia!, si lo

que van a conseguir es contexto. Y la tercera,

multiformato: que les enseñemos a que lean

más, y variado, repartiendo su tiempo entre

todas las opciones de formato que hay. Que el

niño sepa coger un libro, y sepa coger una

pantalla, y sepa buscar con un ordenador.

Lea usted con él uno o dos días por

semana.

Que alguien le lea otros dos días,

vamos a buscar aplicaciones realmente útiles

para que el niño siga desarrollando sus hábitos

lectores otros dos días… Porque si tenemos

padres que se sienten culpables, tenemos

padres que no hacen nada. Y lo que necesita-

mos es que se cambie la tendencia, no que se

deje al niño delante del iPad viendo no

sabemos qué, sino haciendo algo útil. Pasar de

educar a consumidores pasivos de pantalla,

que es lo que tenemos hoy en un alto

porcentaje de niños y adolescentes, a

ciudadanos digitales, que hagan cosas con la

tecnología.

________________________________________

(1) La Fundación José Manuel Lara y la Fundación Telefónica han puesto en marcha el proyecto “Leemos”, que propone a las escuelas la creación de

una biblioteca virtual a la que puedan acceder sus alumnos.

LEER EN LA ERA DIGITAL

SL