«Los abuelos
ponen el
criterio, la
experiencia, su
manera de ser,
y los nietos,
sus ilusiones,
sus ganas de
cambiar el
mundo.»
Todo lo anterior exige un serio
esfuerzo por parte de los abuelos,
porque las cosas han cambiado
mucho, pero que mucho. Las redes
sociales arrollan al abuelo, que puede
tener la tentación de decir que con
"eso", no quiere tener la más mínima
relación. Error muy grave, porque una
cosa es desconcertarse un poco ante
lo nuevo y otra, rechazarlo por
ignorancia. Ahí, el abuelo necesita la
ayuda de los chavales, que navegan
con gran soltura por Twitter,
Facebook, Instagram y cientos de
cosas parecidas, mientras él agarra el
móvil con todas sus fuerzas para que
no se le caiga al suelo mientras, a
duras penas, envía un tuit. Y cuando
lo ha enviado, equivocándose varias
veces, se queda feliz.
Ya se ve que, sin querer, estoy
hablando de que la relación
abuelos-nietos es un trabajo en
equipo. Los abuelos ponen el criterio,
la experiencia, su manera de ser, y los
nietos, sus ilusiones, sus ganas de
cambiar el mundo y su dominio sobre
esos chismes que antes eran
teléfonos móviles y ahora son
ordenadores que también sirven para
hablar por teléfono.
Dentro de su adaptación al
"nuevo mundo", los nietos le
enseñarán al abuelo que, por algo
que dijo, a lo que no dio importancia,
pero que un nieto tuiteó, se hizo
famoso y fue TT, o sea, trending topic.
Y el abuelo se quedará feliz y se lo
contará a la abuela, que también
estará encantada, aunque, en
confianza, ninguno de los dos
comprenderá del todo lo que ha
pasado y por qué la gente le felicita al
abuelo por la calle.
En esa relación, el abuelo,
siempre en segundo lugar, aprende
cosas, se mete en los cambios y no
dice nunca eso de que "a la juventud
no hay quien la entienda". En primer
lugar, porque, en mi caso, "la
juventud" abarca 49 seres de edades
comprendidas entre 6 meses y 27
años, con lo que es imposible
generalizar. Pero tengo que saber
que cada vez que me voy a merendar
con un nieto, sea de la edad que sea,
estoy hablando con alguien que está
en el nuevo mundo y que yo tengo la
obligación -he dicho obligación- de
meterme ahí dentro e intentar hacer
algo, conducido por ese nieto que de
la vida sabe poco, pero de "eso",
mucho.
La relación abuelo-nietos, tarea
apasionante, de enriquecimiento
mutuo. Todos aprenden de todos,
porque todos tienen algo que
enseñar. Sí, todos. Hasta esa nieta
pequeña que reparte con sus abuelos
los huevos de chocolate de la mona
de Pascua que tanto le ha gustado.
Hasta ese pequeño que, en Noche-
buena, canta un villancico delante del
belén, el mismo que cantaba su
abuelo cuando era crío y que hace
que los dos se pongan a cantar y que
al abuelo se le haga un nudo en la
garganta y se le escapen unas
lagrimicas de emoción y de agradeci-
miento a ese Niño que, por la edad,
también podría ser nieto suyo.
Una gozada.
MIS NIETOS Y YO
SL